Jaime Chincha
Nadine se juega todas sus cartas
Su estrategia, Arosemena y una victimización que podría costarle caro.
La señora Nadine Heredia pretende pasar de testigo a víctima, y no a investigada como lo reclama la comisión Pérez Tello. Su estrategia: desacreditar a la congresista que lidera el grupo investigador para tirarse abajo todas sus pesquisas y mandarlas al archivo. Los enfados que la señora Heredia ha mostrado para las cámaras, son coherentes con su renuencia a aclarar sus peligrosos vínculos con el encarcelado Martín Belaunde Lossio. La misma táctica siguió al día siguiente su hermano Ilan, quien maneja las finanzas nacionalistas desde hace diez años, al descalificar a los congresistas que investigan el caso. De los recursos de amparo para bloquear cualquier nueva investigación, de las reprimendas de su esposo Presidente a los fiscales del caso, de su negativa a que se revisen sus estados financieros, ha pasado a la contraofensiva.
La Primera Dama se juega sus últimas y más riesgosas cartas; ha aireado un fragmento del interrogatorio al empresario Rodrigo Arosemena, realizado por la comisión Pérez Tello hace dos meses, en el que se le consulta sobre actividades en común con ella. El artilugio de la señora Heredia se sostiene en las formas que utiliza Pérez Tello para formularle una pregunta a Arosemena. Sin embargo, el válido interés que encierra el fondo de la interrogante (“¿En qué oportunidades y cuántas veces ha tenido usted una reunión o una actividad en común con la Primera Dama?”) no puede ser ofensivo, más aún cuando se busca transparentar fondos públicos, oscuras prebendas y probables licitaciones amañadas. Peor aún, al hacer pública la consulta de Pérez Tello —hecha en una sesión reservada— se abre una caja de Pandora que podría traerle más desventuras que malpensadas distracciones del fondo de la cuestión a la Presidenta del nacionalismo que, en un futuro no negado, aspira ser Presidenta del Perú.
La señora Heredia busca distraernos con las conjeturas hechas a partir de su revelación. Nada más efectista en Lima que validar un chisme con el consabido ardid de la mujer ofendida. Así, pretende ganarle tiempo a una investigación que, tarde o temprano, deberá esclarecer el origen de los dineros y los lujos que la señora Heredia no ha sabido acreditar, mucho menos explicar hasta hoy. Ha sido ella misma quien ha dejado entreabierta la puerta de su intimidad, que le guste o no tendrá que ser auscultada en tanto allí se hayan tramado asuntos que tienen que ver con la cosa pública. Pero ha sido ella misma quien ha dejado entreabierta la puerta de su alcoba, queriendo quizá llevar su situación legal a esas cuatro paredes. En esta estrategia se han sumado periodistas que, para favorecerse con primicias dominicales y con una cómoda posición frente al poder, la defienden y la defenderán sobretodo en la agitada campaña que se viene para el 2016.
La señora Heredia tiene todo el derecho de hacer política, y utilizar las armas y los aliados que encuentre a la mano. Sin embargo, aquí no interesa el supuesto amorío —que temerariamente la señora Heredia ha querido colocar en la discusión pública—, sino que el señor Arosemena fue el mandamás de Antalsis, una empresa que se favoreció con licitaciones a dedo que, justamente, han llevado a Martín Belaunde Lossio a enfrentar un proceso en la cárcel. Y con un cargo tan crucial para las investigaciones de Pérez Tello y su grupo, el señor Arosemena no ha sabido explicar sus frecuentes ingresos a Palacio de Gobierno; menos aún los tres viajes a Estados Unidos y España en los que coincidió con la Primera Dama. Ese es el verdadero fondo de la cuestión.
Por Jaime Chincha Ravines
17 – Jul – 2015
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