Heriberto Bustos
Mujeres por y para siempre
En el Día Internacional de la Mujer
Con la intención de llamar la atención de los pobladores, medios de comunicación y hacedores de políticas en relación a problemas que ameritan ser atendidos, se instauran –a iniciativa de organismos supranacionales– los denominados días internacionales. En el caso del reconocimiento de las mujeres como parte sustantiva de la sociedad, estamos a pocos días de celebrarlo.
La preocupación en el país por lograr una sociedad más humana y justa ha puesto hace buen tiempo sobre la mesa de discusión política el tema de la igualdad. La propia Constitución, considerando “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad”, como fin supremo de la sociedad y del Estado, precisa que “Toda persona tiene derecho: a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar… A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra índole”. Si bien el tratamiento, la ejecución y los resultados no son aún óptimos, debe reconocerse que los avances y consolidación requieren un verdadero y mayor compromiso.
Ubicándonos en el escenario internacional, este tema –por sua significación económica, social y cultural– ha sido elevado a principio jurídico universal, expresándose en lo que hoy se conoce con el término de igualdad de género. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a fin de uniformizar su contenido y evitar sesgos o tergiversaciones, la ha definido como “igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de mujeres y hombres, y niñas y niños. La igualdad no significa que las mujeres y los hombres sean lo mismo, sino que los derechos, responsabilidades y oportunidades no dependen del sexo con el que nacieron. La igualdad de género supone que se tengan en cuenta los intereses, las necesidades y las prioridades tanto de las mujeres como de los hombres, reconociéndose la diversidad de los diferentes grupos de mujeres y de hombres”. Igualdad, diversidad, derechos y obligaciones emergen de esa definición y comprometen a todos los seres humanos en su consecución.
La trascendencia de lo señalado adquiere mayor dimensión si entendemos que “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas” constituye uno de los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible al 2030, aprobada por la Organización de las Naciones Unidas. Por tratarse de un plan de acción global a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, atribuye a la educación un valor estratégico, estableciendo la necesidad de “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Dicho de otro modo, avanzar en la igualdad de género implica, de un lado, asegurar no solo que las niñas y los niños, las mujeres y los hombres accedan y cursen los distintos niveles, sino algo más importante, que adquieran las mismas competencias en y mediante la educación. Y de otro lado, superar actitudes que polarizan la relación entre humanos, buscando tránsitos comunes, asumiendo las responsabilidades que son inherentes a nuestra naturaleza. En este punto específico, resulta muy ilustrativa una afirmación de Indira Gandhi: “Para liberarse, la mujer debe sentirse libre, no para rivalizar con los hombres, sino libres en sus capacidades y personalidad”.
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