Heriberto Bustos
Agua que no has de beber…
A propósito del corte de agua potable que afectará a Lima
Diversas reacciones han surgido a propósito del anuncio del corte de agua, por un lapso que va entre dos y cuatro días, en 22 distritos de Lima. En términos de su magnitud, el corte afecta a más de cinco millones de personas, perturbando el normal desenvolvimiento de las actividades hogareñas, laborales y productivas. El anuncio de Sedapal de que se habilitarán 102 puntos de abastecimiento y se contará con camiones cisternas que dotarán de agua a hospitales, colegios y centros penitenciarios, entre otros, no reduce los niveles de intranquilidad en la población, que buscando menguar su impacto, ha tomado (en la medida de sus posibilidades) sus precauciones para acopiar el líquido vital.
La pregunta que muchos se hacen es si se trata solo de un cambio en la red, o es manifestación de problemas derivados de la falta de agua que se viene presentando en diversos puntos del país, y que afecta tanto al consumo humano, como a las actividades agrícolas y ganaderas principalmente. En ese contexto viene a la mente, que la anunciada presencia de El Niño global ocasionará fuertes lluvias en la región norte, mas no así en la zona andina, por lo que no afectaría a Lima, que es alimentada por el río Rímac y sus afluentes que bajan de las alturas.
La respuesta al interrogante, debe ser clara y oportuna pues tal vez la falta de información y la abrupta medida anunciada exceda las capacidades de la empresa Sedapal (Servicio de agua potable y alcantarillado de Lima), cuyo liderazgo debería ser asumido por el Ministerio de Vivienda Construcción y Saneamiento, pues a ella se encuentra adscrita la empresa mencionada. Y también de la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass), cuya función es garantizar la prestación de los servicios de saneamiento, en el ámbito urbano y rural, en condiciones de calidad, a fin de contribuir a la salud de la población y a la preservación del medio ambiente.
Ahora bien, la disminución del recurso hídrico a nivel global es un hecho conocido, pues el deshielo de los glaciares se opera de manera acelerada. Eso nos recuerda, por un lado, los cambios climáticos que han transformado la vida en el planeta; y por otro, la resistencia de la naturaleza, su capacidad para florecer, menguar y adaptarse. La descongelación en el ártico está permitiendo a la humanidad el descubrimiento de paisajes y ecosistemas que han permanecido por miles de años congelados y, por tanto, ocultos. Los antiguos bosques que emergen de su tumba helada nos otorgan un tesoro de información que va corrigiendo a la historia y a la ciencia de las ideas que se tenían sobre la vida en el planeta. Y es que el agua, aún congelada, es sinónimo de vida.
Los organismos responsables deben asegurar que este líquido llegue a nuestros hogares mejoran su funcionamiento y entender la importancia de la información veraz y oportuna para evitar el surgimiento de controversias, que pueden transformarse rápidamente en conflictos con sus consiguientes repercusiones. Mientras tanto, los ciudadanos conociendo debemos –desde la casa, escuela y sociedad– desarrollar acciones educativas para el adecuado uso del agua, modificando nuestras costumbres. Son momentos de entender y revertir favorablemente para la humanidad lo señalado por Jacques Cousteau: “El agua y la tierra, los dos fluidos esenciales de los que depende la vida, se han convertido en latas globales de basura”. Solo se aprecia el valor del agua cuando se seca el pozo.
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