Jaime Chincha
La cloaca es lo de menos
Sobre el último exabrupto presidencial y el daño que le hace a la gobernabilidad
El Presidente se equivoca cuando intenta desacreditar a la comisión López Meneses. Decir que el fujimorismo proviene de una "cloaca", en un contexto en el que se refiere al congresista que preside el grupo, es cuando menos un síntoma de nerviosismo impropio de un estadista. Y si lo simplificamos en la figura del señor Humala, el sambenito terminaría de evidenciar una intensa preocupación por las conclusiones que Díaz Dios trabaja respecto a la dichosa responsabilidad de la custodia policial al ex operador montesinista.
No hay que olvidar las reiteradas muestras de inquietud que Humala ha dejado notar sobre el tema. Apenas estalló el escándalo, quiso zanjar el asunto como uno de corrupción policial, cosa que Díaz Dios y la oposición han desvirtuado de plano; luego convocó a Palacio al congresista García Belaunde, ex-presidente del grupo, queriendo adelantarse a la jugada. Así descabezó la comisión y ganó algo de tiempo. Lo que ha seguido después es más de lo mismo, aunque esta vez con ministros tan deslenguados como Urresti y Cateriano, cuyas carteras tienen mucho que podría aligerar la investigación, pero que más bien han hecho poco o nada por esclarecer la participación de generales de alto rango en el ilegal resguardo. Los congresistas humalistas hacen lo suyo: boicotean las sesiones del grupo cada vez que la cosa debe avanzar.
Curiosamente, el propio López Meneses protagonizó un espectáculo bochornoso hace algunas semanas en la comisión, y lo mismo hizo su socio Sandro Espinoza, aunque lo de éste fue más un escándalo de esquina. Este personaje se sabe poderoso por algo. No es casual que, al mejor estilo de su otro amigo Orellana, haya agredido a la procuradora Príncipe. Así las cosas, todos parecen seguir un guión: boicotear las sesiones de la comisión, desacreditar a los congresistas investigadores, insultar, distraer; todo menos llegar al fondo de la cuestión. Y ese guión lo interpretan el Presidente, sus ministros, congresistas y los propios investigados.
Y es que las conclusiones que Díaz Dios redacta con su grupo apuntan directamente a Palacio. Desde allí habría salido la orden para resguardar la casa de OLM. ¿Con qué fin? ¿Incluirá este informe final la hipótesis tan comentada de la salita de reuniones, a lo SIN de Montesinos, en el condominio de Batallón Libres de Trujillo? De evidenciarse este trascendido, la crisis que ya enfrenta Humala con su ex-asesor prófugo, Martín Belaunde Lossio, se acentuaría a dimensiones altamente dañinas para la gobernabilidad. Por eso es una torpeza mayúscula que Humala desacredite la investidura presidencial que se le ha encargado hasta el 2016, lanzando esos adjetivos contra la primera fuerza opositora del Congreso. Anula espacios para acercar agendas con el fujimorismo, tal como se evidencia con la falta de quórum para discutir el cuarto paquete económico luego que la bancada de Fuerza Popular abandonó el pleno del Congreso. Humala le ha declarado la guerra al fujimorismo con su declaración. Que no olvide que sus palabras van también contra un 40% de peruanos a los que les está diciendo que votaron por una “cloaca”. La verdad, la presidencia no está para esas cosas. Y menos para distraer al país con estos insultos que, al final, nos esconden algo muy grave que se habría hecho a espaldas del país: reactivar el montesinismo desde lo más alto del poder.
Por Jaime Chincha
(21 - nov - 2014)
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