Jaime Chincha
Jaque al gobierno
Indicios por doquier apuntan al gobierno en graves casos de corrupción
El gobierno está en jaque. Dos escándalos tocan lo más alto del poder y los deslindes no convencen. Frente al ilegal resguardo policial a la casa de López Meneses, los hechos comprometen ahora al señor José Urquizo, ampayado de tú a tú con el operador. Los archivos de un año atrás, por cierto, lo dejan como un mentiroso. Por entonces decía que nunca había visto a OLM, que si aparecía un nombre igual al suyo en registro alguno se trataba de un homónimo. Pero Urquizo almorzó hasta en dos ocasiones en la casa del montesinista, en los tiempos de la vergonzosa protección policial. Esta cercanía resulta crucial en el caso ya que Urquizo fue Ministro de Defensa cuando empezó el resguardo, es congresista nacionalista desde el 2006 y durante el 2013 fue presidente de la Comisión de Inteligencia del Congreso.
Los registros telefónicos dan cuenta de una frecuente comunicación no solo entre Urquizo y OLM; Adrián Villafuerte y Raúl Salazar se llamaron por celular unas 485 veces durante el 2012. Hay que anotar que el resguardo empezó el 29 de mayo de aquel año y quien lo ordenó fue el general Salazar cuando era Director de la PNP. ¿Acaso en esos interminables minutos, Villafuerte y Salazar no hablaron de López Meneses y la custodia? El exasesor tuvo que salir de Palacio tras este destape. Si a esto sumamos las tres llamadas a Palacio desde el misterioso celular que pidió la custodia a OLM, el Presidente debería exigir al personal de la casa de gobierno una explicación que él, a su vez, tendría que comunicar al país. Es el silencio de Humala lo que levanta sobre sí una comprometedora sospecha frente a OLM.
Y es justamente Villafuerte el primero en Palacio que supo de las corruptelas de Martín Belaunde Lossio (MBL), denunciado por Gilbert Galindo, el gobernador de Madre de Dios que terminó echado del gobierno tras denunciar al amigo de la pareja presidencial. El caso de MBL ha abierto un capítulo de intromisiones inaceptables. El Ministro Figallo debe devolver el fajín por querer que MBL sea un colaborador eficaz. La evidencia de que hizo mal está en que primero dijo que MBL sí era capaz de colaborar en el caso "La Centralita", y después se desdijo ante los audios grabados por Yeni Vilcatoma. El solo hecho que Figallo haya priorizado a un prófugo, descuidando a la peligrosísima mafia ancashina –con una larga lista de muertos y obvios peligros que rondan a la treja Vilcatoma– lo convierten en un Ministro que califica para la censura. Por todo lo actuado, además, la ley tendría para él dos delitos que habría cometido: patrocinio ilegal y encubrimiento.
Así, el nerviosismo palaciego se contextualiza con la declaración de dos implicados en el caso Áncash, Luis Arroyo Rojas y el propio César Álvarez, quienes han dicho que Ollanta Humala visitó "La Centralita". ¿Será esta la explicación del desproporcionado interés de Figallo y Roy Gates en el caso? ¿Acaso el señor Humala, siendo candidato, fue llevado por su amigo MBL a "La Centralita", ese búnker pusilánime donde la bestia de Álvarez planeaba chuponeos y crímenes contra sus opositores? A estas alturas, y con el respeto que se merece, al Presidente no se le puede creer así nomás. Y si la Fiscalía atraviesa por un descrédito tan descomunal, visto solo en los tiempos de Blanca Nélida Colán, será en la comisión Pérez Tello donde, quizá, encontremos la verdad que aún queda por contar.
Por Jaime Chincha
(12 - dic - 2014)
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