Mario Saldaña
5 años son una eternidad
Nuestra frágil gobernabilidad y la necesidad de reformar el sistema político.
Lo que sigue es una propuesta para el debate toda vez que en este mismo espacio he señalado que es prácticamente imposible que en este quinquenio, y muy probablemente también en el siguiente, se logre alcanzar una mayoría parlamentaria con suficiente responsabilidad (y vocación de querer pasar a la historia) como para reformar la Constitución y mejorar nuestro sistema político de representación.
En un país con instituciones débiles y casi sin partidos políticos, como el Perú, cinco años de mandato presidencial es toda una eternidad. No es el caso de las democracias bipartidistas donde la alternancia termina equilibrando el sistema y afianzando la gobernabilidad.
Acá los movimientos electorales triunfantes recurren al malabarismo político, a los pactos de todo tipo e incluso a la traición de los principios y de su propia gente con tal de llevarse el trofeo. Los gobiernos se arman sobre la marcha tanto como los planes de gestión gubernamental, que pueden terminar siendo lo opuesto a lo ofrecido por simple practicidad o mero realismo.
Si a ello le sumamos que en el Perú del siglo XXI la palabra pacto y concertación política, entendida como un mecanismo de estabilización del sistema y de asignación de roles, responsabilidades y reconocimientos políticos, es inexistente, entonces la desinstitucionalización se agudiza y la gobernabilidad se torna extremadamente débil.
Por ello una simple gripe es letal. El 80% de los conflictos políticos son judicializados y los medios de comunicación terminan siendo el sistema de transmisión de buena parte de las decisiones políticas y también judiciales, cuando deberían ser el propio entorno político y el judicial los que procesen esos litigios.
Este columnista seguirá insistiendo en que el voto voluntario es una de las reformas políticas claves e ineludibles. Otra debería ser, por las razones antes expuestas, la reducción del mandato presidencial a 4 años, con la posibilidad de darle al Presidente en ejercicio una sola reelección por un período similar. Los congresistas deberían seguir la misma suerte.
Mientras el sistema no se consolide y los partidos sigan en la práctica inexistiendo, esta podría ser una salida sensata para evitar dañar aún más la gobernabilidad. Un mandato corrupto, improvisado e ineficiente difícilmente será reelegido en las urnas. El modelo de 4 años con reelección genera incentivos para fijar alianzas en pos de logros concretos en un período relativamente corto (siendo que el Perú es un país de grandes brechas y pendientes por cerrar). Se dirá como objeción que tendremos un Presidente y un Congreso en permanente campaña, la respuesta a eso es que hoy esa situación ya existe.
El actual gobierno, el segundo del APRA y el de Alejandro Toledo llegaron al cuarto año en medio de un gran desgaste, de expectativas frustradas de todo tipo y de acusaciones que en mayor o menor medida afectan y afectaron la gobernabilidad y hasta la propia continuidad democrática.
En medio de una cantidad enorme de cambios constitucionales en espera, éste podría ser uno clave. Debatámoslo.
Por: Mario Saldaña C. (@msaldanac)
(22 - Ene - 2015)
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