La censura del ministro de Energía y Minas, Rómu...
La decisión del gobierno regional de Arequipa de trasladar el proyecto Majes Siguas II al ministerio de Agricultura y Riego (Midagri) establece la posibilidad de destrabar el mencionado proyecto hídrico y, en muy pocos meses, ampliar la frontera agrícola agroexportadora en 40,000 nuevas hectáreas. Si le sumamos la posibilidad de avanzar en el destrabe de la III etapa de Chavimochic y del proyecto Chinecas, entonces estamos ante la posibilidad de agregar 150,000 nuevas hectáreas a las 250,000 existentes, ganadas al desierto y que han construido el milagro agroexportador peruano.
Gracias a las agroexportaciones las posibilidades del Perú de construir clases medias rurales, reducir pobreza y desarrollar una industria manufacturera de servicios y diversificar la economía, pues, son gigantescas.
Unas semanas atrás, igualmente, se anunció el reinicio de las actividades del proyecto de cobre Tía María en Arequipa que agregará una producción anual de 120,000 toneladas de cobre (TMC) a la producción actual de 2.7 millones de TMC. Sin embargo, lo más importante de Tía María es la simbología política y social detrás del reinicio de actividades: el fin del ciclo del bloqueo de las inversiones mineras, que comenzó a inicios de la segunda década del nuevo milenio con la parálisis de las inversiones de Tía María en Arequipa y Conga en Cajamarca.
Diversas proyecciones señalan que si el Perú hubiese ejecutado toda su cartera minera de inversiones, a pesar de la crisis política, hoy creceríamos sobre el 5% anual, las clases medias consolidadas representarían el 50% de la sociedad y la pobreza estaría debajo del 15% de la población.
Asimismo, en este año se conoció la consolidación de la inversión del puerto de Chancay, que posibilitará construir un hub portuario, logístico, tecnológico e industrial en la costa central del Perú y conectar el Pacífico con el Atlántico. La megainversión china en Chancay, en el acto, puso al Perú en el centro de la geopolítica mundial y se comenzó a saber del interés de los Estados Unidos en construir un puerto espacial en el desierto de Piura, por su cercanía con la línea ecuatorial del planeta.
Asimismo, los proyectos de los puertos gigantescos de Corío en Arequipa y Bayóvar en Piura empezaron a formar parte de la agenda nacional e internacional. En este contexto, no es nada extraño que la economía peruana en los meses de abril y mayo haya rebotado sobre el 5% del PBI como si se tratará de una sociedad relativamente estable.
¿Cómo explicar estas buenas noticias alrededor de la economía y las inversiones en el Perú? La única explicación: el país ha logrado mantener su Estado de derecho a pesar de haber sumado todas las crisis habidas y por haber. En efecto, luego del golpe fallido de Pedro Castillo y las olas de violencia insurreccional se evitó la quiebra de la legalidad y la convocatoria de una constituyente. Asimismo, las propuestas de las corrientes progresistas, que pretendían adelantar las elecciones en base a los resultados de las encuestas, tampoco prosperaron.
Es en este contexto en que el Perú se instaló una frágil estabilidad hacia el 2026. Una precaria estabilidad, con altas desaprobaciones para el Ejecutivo y el Congreso que, sin embargo, está volviendo a mover al Perú en términos económicos y sociales. Únicamente falta la alternativa electoral en el 2026 y una nueva ola de reformas económicas para que el país comience a despegar.
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