¡En defensa de la bandera nacional!

Hoy 7 de junio, el Perú celebra el Día de la Bandera en conmemoración del acto heroico de Alfonso Ugarte, quien bajo el mando de Francisco Bolognesi, se inmoló defendiendo la bandera nacional. Algunas versiones históricas discuten si el acto del héroe de arrojarse de un barranco fue real o producto de un testimonio alterado de la propia batalla. 

Sin embargo, lo que nadie discute es que Bolognesi es uno de nuestros grandes héroes de la patria porque aceptó la muerte antes que la rendición con su eterno “¡Pelearemos hasta quemar el último cartucho!”, y que Alfonso Ugarte es otro de nuestros grandes héroes, quien abandonó riquezas y lujos en Europa para venir a pelear en la batalla de Arica y entregar la vida por la patria sin duda alguna.

Por todas estas razones, desde ese acontecimiento, el Perú trata de honrar el Día de la Bandera Nacional. Sin embargo, en el Gobierno de Pedro Castillo y, como parte de la estrategia de convocar a una asamblea constituyente para instalar “una república plurinacional con equidad de género”, un sector de Perú Libre viene proponiendo una nueva bandera nacional: la bandera boliviana con los colores verde, amarillo y rojo invertidos, con un triángulo azul y un sol amarillo. En otras palabras, la bandera boliviana, pero con el azul del mar. 

La propuesta ha sido formulada sin que se desate la ira nacional. Una situación que revela la poca importancia que la élite política y los actores públicos le otorgan a los asuntos culturales y a la simbología en la guerra política contra el colectivismo y el comunismo. 

¿Qué pretenden Perú Libre y el Foro de Sao Paulo cuando se cuestiona los colores rojo y blancos del estandarte nacional? El objetivo principal es deslegitimar más de doscientos años de construcción republicana que, más allá de las deficiencias e injusticias, expresa uno de los procesos de mestizaje e integración más impresionantes del planeta. Un proceso de mestizaje en el que las tradiciones andinas se han mezclado con las tradiciones hispanas y occidentales y han formado el Perú, la idea de la peruanidad. En otras palabras, el comunismo intenta deconstruir la actual idea de Perú y dar paso a una supuesta república plurinacional de pueblos originarios.

Todo este proceso de deconstrucción de la peruanidad está ligado a una serie de mitos y leyendas. Por ejemplo, tal como lo explica Rafael Aita en una reciente ENTREVISTA en elmontonero.pe, es un error, considerar que los colores rojo y blanco provienen del supuesto sueño de San Martín. Aita explica que la bicolor proviene de la bandera de la cruz de borgoña –una cruz roja sobre un fondo blanco–, la bandera de los Habsburgos, que flameó durante más de tres siglos de virreinato en el país. Cuando los libertadores observaron que en el mundo andino se resistían a la independencia y seguían enarbolando la bandera del rey, se percataron de que el emblema del Perú tenía que continuar la tradición bicolor. 

En el afán de cuestionar dos siglos peruanidad, igualmente, los colectivistas y comunistas no solo nos proponen la bandera boliviana con ciertos cambios, sino que también desarrollan un revisionismo histórico sosteniendo que las banderas de los pueblos prehispánicos tenían que ver con una supuesta “wiphala” (palabra aimara que significa “emblema”), una bandera cuadrangular con los siete colores del arcoíris, que el Ministerio de Defensa de Bolivia promociona como supuesta bandera de los pueblos del Tawantinsuyo.

No hay un solo argumento histórico que justifique esta barbaridad histórica, y no hay nada que vincule a los pueblos quechuas del Perú con la wiphala. Semejante emblema más bien forma parte de una estrategia de poder que busca cuestionar la peruanidad para fragmentar el territorio nacional a favor de Bolivia.

Algunos dirán, pero, ¿qué importancia tiene una bandera en un mundo tan globalizado? ¿Alguien se puede imaginar a un sector estadounidense cuestionando la bandera de los Estados Unidos luego de tantas guerras y muertes o después de haberla izado en Iwo Jima, una de las batallas más feroces de la historia? Alguien también puede imaginar que se cuestione la bandera tricolor de Francia que nació con la revolución francesa en base al blanco de la monarquía y el azul y rojo de la ciudad de París.

No hay grandeza de un pueblo, de una nación, que defiende la libertad y la tolerancia si es que no defiende sus símbolos nacionales. Allí están las barbaries bolcheviques y nazis que reemplazaron los símbolos nacionales para instaurar una era de terror y despotismo nunca vistos en la humanidad.

El juego de las banderas del colectivismo, entonces, es extremadamente peligroso para la patria.