La censura del ministro de Energía y Minas, Rómu...
Ayer juraron todos los integrantes del Gabinete Ántero Flores-Aráoz y, como se dice, desde el saque –en comparación con los anteriores equipos de la administración Vizcarra– se notó la presencia de profesionales y tecnócratas de primer nivel, de larga trayectoria en el sector público y privado. La diferencia con los anteriores equipos del ex presidente Vizcarra, luego del cierre inconstitucional del Congreso resulta evidente al primer golpe de vista, sobre todo si recordamos la improvisación del Gabinete Zevallos.
Luego de juramentado el Gabinete quedaron varias cosas en claro: de ninguna manera se trataba de un Consejo de Ministros que expresara la convergencia de las bancadas que desencadenaron la vacancia. Es decir, nunca hubo repartija alrededor de los puestos del Estado ni se pretendió alterar el equilibrio de poderes, tal como se expresó en la campaña de algunos sectores. Muy por el contrario, ninguno de los ministros convocados parecía responder a ese perfil que suele convertir al titular de un despacho en un simple secretario del jefe de Estado.
Si a esta breve descripción le agregamos la fuerte personalidad de Ántero Flores-Aráoz como presidente del Consejo de Ministros, incuestionablemente hoy tendremos un Ejecutivo largamente más empoderado en las responsabilidades de la gobernabilidad. Durante la administración Vizcarra la fortaleza del Ejecutivo se basaba en la popularidad del jefe de Estado, conseguida en la confrontación política y la guerra con las instituciones y la oposición. Hoy la fortaleza del Ejecutivo solo puede provenir de la gobernabilidad.
De otro lado, la presencia de José Arista en Economía y Finanzas, de Mara Seminario en el Mincetur, de Patricia Teullet en el Ministerio de la Mujer, de Alfonso Miranda en Produce, de Delia Muñoz en el Minjus y de Juan Sheput en Trabajo, entre otros, revelan una correcta combinación de tecnócratas y políticos, pero sobre todo define al Gabinete Flores-Aráoz como uno de centro derecha.
¿Cómo es posible que surja un gabinete de centro derecha, claramente pro mercado y pro inversión, cuando en el Congreso las bancadas que convergieron para producir la vacancia parecían someterse a las arremetidas populistas? Hoy empieza a quedar absolutamente claro que la amplia confluencia de bancadas y las concesiones a las propuestas populistas y colectivistas en el Congreso solo se explicaban por la guerra política que desarrollaba sin cuartel la pasada administración Vizcarra. Es decir, Acción Popular, Alianza para el Progreso y Fuerza Popular cedían ante el populismo de UPP y Podemos para enfrentar la llamada “reforma política” del Ejecutivo, que buscaba convertir al Congreso en un apéndice de Palacio, con la eliminación de la inmunidad parlamentaria, por ejemplo. En otras palabras, la guerra política también se convirtió en una guerra alrededor de qué entidad hacía más populismo.
Sobre estas primeras impresiones no será nada extraño que el escenario político se reorganice radicalmente. Por ejemplo, parece que en el Congreso surgirá una mayoría política animada por AP, APP y FP, que respaldará las políticas generales del Gabinete Flores-Aráoz, y que se enfrentará al polo populista y colectivista del Legislativo. En este camino lo natural será que el Frente Amplio se acerque a las propuestas de UPP y Podemos para desarrollar sus iniciativas colectivistas.
¿Qué pretendemos señalar? Uno de los efectos políticos inesperados de la nueva situación, entonces, es que, luego de la vacancia, las fuerzas y corrientes que respaldan el modelo económico se organizarán de mejor manera para defender los principios económicos establecidos en la Constitución, y que comenzaban a ser desmontados por una serie de iniciativas populistas claramente anticonstitucionales.
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