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¿Tenemos política de Estado y estrategia nacional contra el terrorismo?
La resolución de la Sala Penal Nacional que ordena excarcelar a al menos ocho dirigentes del Movadef, brazo político de la organización terrorista Sendero Luminoso, ha despertado una oleada de indignación ciudadana que comprendemos, pero que no nos sorprende porque hace años hemos pasado de un extremo a otro en este tema: De los excesos legales de la década de los 90 a la incomprensible dejadez actual que pretende ignorar que el terrorismo es una amenaza real..
Si bien la Sala Penal Nacional no ha absuelto a los cabecillas del Movadef de los delitos que se les imputa, la decisión de juzgarlos solo bajo comparecencia corrobora, una vez más, que nuestro sistema judicial trata al terrorismo como si fuese un delito común más. Es como si a la justicia le importase poco los horrores que sufrimos a manos de las hordas de Abimael Guzmán. ¿Es esto sensato y justo?
Lo más preocupante es que el hecho que comentamos no es algo aislado, es un episodio más de la incapacidad e indolencia que muestra el Estado para enfrentar al terrorismo: Los atestados policiales y acusaciones fiscales son mal elaborados, las sentencias que se aplican son benévolas, el tipo penal de apología del terrorismo ha sido relativizado al punto que es casi imposible aplicarlo, a los presos por terrorismo se les concede indultos y derechos de gracia sin que se hayan arrepentido, no existen programas educativos que alerten a la juventud sobre las ideologías criminales, los terroristas presos imponen sus propias reglas en las cárceles, los procuradores no reciben el apoyo necesario, etc, etc, etc.
Creemos que esta situación absurda es consecuencia de la falta de una política de Estado contra el terrorismo que comprometa a todos los poderes estatales y organizaciones de la sociedad en una estrategia nacional que nos conduzca a erradicar desde la raíz esa lacra criminal, responsable de incontables masacres de inocentes perpetradas por odio político y con el propósito de liquidar la democracia e instaurar una dictadura totalitaria y genocida.
No estamos pidiendo que se apliquen leyes excepcionales como en los años 90, porque no vivimos la situación extrema de entonces, pero sí debemos decir basta ya de permitir que Sendero reagrupe sus fuerzas, enrole en sus filas a nuevos jóvenes incautos, regrese a las escuelas y universidades y mande en las cárceles. Jamás olvidemos que el terrorista mata sin remordimiento porque su mente ha sido tomada por el fanatismo. Es un instrumento letal de una cúpula fanática y despiadada.
Por eso las legislaciones antiterroristas del mundo reprimen y penalizan con dureza la divulgación de ideas criminales como las de Sendero Luminoso. En Alemania, por ejemplo, está prohibido hacer cualquier manifestación de apoyo a la ideología nazi, y están proscritos los partidos políticos nazis, con justicia y razón considerando la barbarie que vivió ese país. Y nadie en Alemania defiende el “derecho” de los nazis a divulgar su ideología, porque la proscripción es parte de una política de Estado.
Desde aquí invocamos a la Sala Penal Nacional a que reflexione sobre la terrible experiencia que vivió nuestro país a causa de la guerra despiadada que desató Sendero Luminoso, y que resuelva el proceso a los cabecillas de Movadef tomando en cuenta que los acusados predican una ideología criminal que convierte a personas en autómatas asesinos. No podemos esperar a que se desate otro baño de sangre para ponerlos a buen recaudo, aislados de nuestra juventud.
También invocamos a nuestras autoridades y a todas las organizaciones políticas y sociales del país para discutir y definir cuanto antes una política de Estado contra el terrorismo que cierre definitivamente los resquicios legales e institucionales que le permiten a Sendero Luminoso engañar a jóvenes incautos y conseguir impunidad política y legal para sus crímenes. Ya basta de indolencia.
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