Torres y Cerrón amenazan al país

“Ya veremos qué hará la población”, ha dicho el primer ministro Aníbal Torres luego de saber que fue archivado el referéndum para convocar una asamblea constituyente. Torres amenaza, sabiendo que una fuerza de choque espera el momento propicio para imponerse a la mala. Preguntamos, ¿qué sabe Torres de cocaleros, ronderos y profesores del sindicato de Movadef preparándose para defender en las calles la orientación totalitaria del régimen? 

Torres y Cerrón amenazan. El plan B anunciado por el dueño de Perú Libre sigue esa ruta: una movida para atarantar, distraer y estar en boca de todos. Sin embargo, saben que cualquier intento inconstitucional bastaría para ponerle punto final a la aventura extremista iniciada nueve meses atrás. Aún así, nada está dicho. El plan de acorralar al país por todos los frentes continúa: capturar las instituciones nacionales sin renunciar a la violencia como posibilidad. Desactivar las bases militares en los bosques y abandonar la erradicación de plantíos ilegales de hoja de coca no son hechos aislados, responden a una estrategia deliberada. Entregarle al senderismo territorios al margen de la Constitución y leyes asegura el apoyo de los cocaleros ilegales, pequeño pero violento grupo criminal que financia actos contrarios a los intereses nacionales. El estado plurinacional, considerado en las constituciones chavistas, apunta a disolver la unidad nacional. 

Torres y el perulibrismo usan los consejos de ministros descentralizados para alentar esa nueva constitución. Los chilenos lo experimentan y se sienten estafados. La nueva Carta Magna –redactada por un puñado de personas que no respetan los valores de la convivencia– empeorará su situación. El presidente Gabriel Boric, de 36 años, que ilusionados eligieron, no es hasta el momento lo que esperaban de él. No ata ni desata. Su retórica sirve para plazas y no para resolver las urgencias de la población. La otrora envidia de la región –por todo lo logrado económicamente– está en su hora de las lamentaciones. 

Como en Chile, Torres, Castillo, ministros e invitados descargan sus resentimientos contra los supuestos enemigos del pueblo: la derecha, los monopolios inventados, las AFP, los dueños de universidades, los importadores de leche en polvo, los neoliberales, los fujimoristas y los apristas. ¿Cuánto cuesta esa promoción tramposa que atenta contra las libertades? Gasto improductivo, opuesto al desarrollo de la economía para generar riqueza. Y continúan olvidadas las inversiones que generan más trabajo y reducen la pobreza y el desempleo. 

En la mentalidad del socialista primario subsiste la sola idea de ostentar el poder, cueste lo cueste, sin interés por mejorar la vida de la población. Quieren que el Estado sea el principal actor de la economía. Y hasta quieren otorgarle a Petroperú facultades para realizar actividades de exploración y explotación de petróleo sin socios estratégicos de talla mundial, que son los que conocen mejor la actividad. Está cantado que los resultados serán catastróficos, y que los pagaremos todos los peruanos. 

Entonces, ¿las huestes movadefistas defenderán a golpes y balazos a Castillo, su alfil instalado en Palacio, el “cabecilla de una presunta organización criminal”, según el fiscal supremo Rafael Vela? Ese “qué dirán las calles”, coincide con los planes de Cerrón: levantar al provincianismo contra la capital. 

Si la oposición no articula una estrategia política e ideológica, los 30 años de esfuerzos denodados se irán por la borda. Competir en las próximas elecciones regionales y municipales usando discursos populistas, aumenta las probabilidades de perder la guerra. ¡Basta de competir por quién construye más y ofrece mejores servicios públicos! Es momento de confrontar a los comunistas en todos los espacios, desenmascararlos y decirles, en sus caras, sus cuatros verdades, sin miramientos. De lo contrario, la entrega del país a un socialismo cavernario estará consolidada.