¿Todavía optimistas?

No hay capacidad política para evitar el pesimismo

En el Acuerdo Nacional —esa institución que no sabemos qué pito toca en el desenvolvimiento del país—, el presidente Pedro Pablo Kuczynski le echó la culpa a El Niño costero y la corrupción generada por Odebrecht por su casi nula productividad como gobernante. Pedro Pablo ya está tasado, ya ha sido calibrado por la población. Se espera poco de él. No haya una carta bajo la manga que pueda mostrar. Las encuestas confirman el humor de la gente. El buen desempeño, luego de los derrumbes e inundaciones, quedó en el recuerdo. La reacción fue buena y la gente aplaudió. Con los mafiosos que, desde el Partido de los Trabajadores de Inacio Lula en Brasil, convulsionaron al país la reacción no fue la misma. Chinchero lo dice todo.

Tal como estamos, el mensaje a la nación por Fiestas Patrias debería ser una arenga, un discurso motivador, fresco, una seguidilla de frases que llene el espíritu de la población, una andanada más allá de las buenas intenciones, una demostración de optimismo, ganas, empuje y perseverancia contra toda adversidad. El presidente debe encandilar más allá de sonrisas y gestos graciosos y divertidos. Si vamos a escuchar del mandatario más promesas y letanías culpando al destino de negligencias, mediocridades y faltas de previsión, estamos fritos.

No hay reingeniería. Parte del Gabinete “de lujo” viene del sector empresarial donde el hoy es el ayer y donde no existe la parsimonia, porque los mercados no esperan por el competidor implacable. ¿Dónde están las reformas que se creyó iba a realizar la experiencia y conocimientos de un hombre mayor frente al Ejecutivo? “Mis expectativas no fueron cubiertas”, ha dicho Roque Benavides, empresario minero. Las amas de casa, taxistas, estudiantes, obreros y ambulantes, dicen que se sienten timados.

Desde este portal J. Eduardo Ponce Vivanco, pide optimismo. Dice que “lo penoso es la magnificación de las percepciones pesimistas. Grave en las élites y los formadores de opinión, quienes se sienten condenados a seguir una dinámica siniestra, en la que los avances se desdibujan y se pierden. El ciudadano responsable está obligado a reflexionar con lucidez para diferenciar lo sustantivo y perdurable de lo superficial y alarmista”. Mientras Jorge Nieto, ministro de Defensa, dice que “estamos en un proceso de distensión”, Luz Salgado, todavía presidiendo el Congreso, dice que “nosotros no le vamos a dar soluciones, el Ejecutivo tiene el mandato de gobernar”. ¿Qué pasó? ¿Hay dos Perús? ¿Uno del Congreso y otro del Ejecutivo? ¿Lo que yo sé, no lo comparto, lo guardo para que el otro patine? ¿No había que poner el hombro?

No hay razones que nos lleven a dudar de la honestidad, capacidad y empeño del Gabinete de lujo. Mucho escepticismo y suspicacias hacen daño. El Perú no puede ser gobernado por intermedio de troles y opinólogos mermeleros que crean más confusión de la que hay. No hay capacidad política para evitar que esas percepciones pesimistas lleguen a la población.

“El Perú es más grande que sus problemas”, decía el historiador Jorge Basadre. Más que el ceviche y tacu tacu, ahora vendidos en platos grandes con porciones chicas y cuentas grandes. Más que Machu Picchu y las Líneas de Nazca. Muchísimo más que la anemia, alcoholismo y embarazo adolescente, violencia generalizada, exclusión, copamiento mafioso en los gobiernos locales, enfermos con Sida, discapacitados y menesterosos, que quienes gobiernan ni se imaginan qué son, porque el pueblo siempre carga la mochila más pesada.

Felices Fiestas Patrias. Y si viaja, no se tope con los profesores que están tomando las calles y carreteras, en algunos sitios con violencia extrema, porque enseñan que “sin luchas no hay victorias”.

Manuel Gago

Fotografía: RPP