Hugo Neira

Revueltas y desastres

La crisis política peruana según Courrier International

Revueltas y desastres
Hugo Neira
20 de marzo del 2023


No estoy en Perú, estoy en el extranjero donde me ocupo de mis achaques y dolencias. Pero aun así, sigo lo que pasa en mi tierra pese a lo terrible que son, para mis paisanos, las pérdidas que se encadenan. Un ciclón, Yaku, que provoca inundaciones y huaicos en el norte del país y luego aluviones en la región de Lima. Desastres que se repiten. 

Con la tecnología de hoy, lo que sucede en algún lugar traspasa inmediatamente las fronteras nacionales como si no las hubiera. Abundante información e imágenes que nos llegan. Y tengo en mano el número 1681 de Courrier International, del pasado mes de enero, con un artículo sobre el Perú que les quería comentar. Me llamó la atención por su título “Une révolte incontrôlable” (una revuelta incontrolable) y es un resumen de prensa de la primera quincena de enero.

Lo que dice la redacción de Courrier International va junto con un mapa del Perú para situar la cordillera de los Andes y los principales focos de revueltas en las regiones, ubicando las de Ayacucho, Apurímac, Cuzco y Puno. Y Lima, un punto de color rojo. ¿Qué dicen los periodistas de Courrier? “Lejos de calmarse, la crisis política escala y nadie sabe hasta dónde irá. Luego de los bloqueos de carreteras y tentativas de toma de aeropuertos, los manifestantes que exigen entre otras cosas la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, han iniciado una 'marcha' hacia la capital”. Marcha, entre comillas.

Lo repito, no estuve en Perú para ver esa “révolte incontrôlable”. Me hubiera sorprendido verla. Se cita la revista digital Americas Quarterly de Nueva York que se ocupa de América Latina; y lo siguiente: “El sublevamiento y la represión se explican por la desconexión que existe entre las maniobras políticas de Lima y el clima que impera en las regiones donde lo indígena, lo rural y la pobreza dominan.” Seamos sinceros, hubo manifestantes que venían hacia la capital desde esas regiones más pobres (Ayacucho, Apurímac). Los problemas del Perú provincial que no es atendido debidamente por sus autoridades cercanas ni por el gobierno central. Lima da la espalda al país del interior que marchó para hacerse recordar.

Recuerdo que en Brasil, Lula ha sido reelegido, y democráticamente, por tercera vez en un territorio tan vasto y diverso como es Brasil. Se me ocurre que, si volvió luego de ocho años en dos mandatos (2003-2011) y largos años de maniobras judiciales posteriores, es porque se ocupó de los de abajo, madres, niños y las clases obreras. Los atendió y sacó de la pobreza a millones con, por ejemplo, la Bolsa Familia. Eso no es algo peruano. Me permito recordar que la temida marcha hacia la capital, Lima, no es tan así. ¿Capital? No la sienten suya ni un centro administrativo como en Brasil sí lo es Brasilia, ciudad muy distinta por su ubicación y concepción. En una columna del 2015, les decía que Lima no es la capital sino una ciudad grande que queda muy cerca del Perú. Y que en Lima-Mónaco, todo se cura con el bálsamo del diálogo. Años después, hay un país harto de “mecidas”. 

El artículo de Courrier también recoge las opiniones sobre la presidenta de la sucesión que parte del país no quiere reconocer, en La República, El País América, El Comercio y Ojo Público. No solo se ha ganado impopularidad por los enfrentamientos directos con las masas sino por aceptar la sucesión constitucional y mantenerse firme en el cargo. Su llamado al Congreso para acordar elecciones anticipadas que la calle también pedía, no logró aprobarse. La sensación de caos es lo que retiene la revista, por la “represión sangrienta” de una policía “poco preparada”, según opinión de un columnista peruano, para tales enfrentamientos, que también dieron “un policía quemado vivo por los protestantes”. Una nota bien ponderada. 

La situación que vive el Perú me trae a la memoria a Manuel González Prada (1844-1918). Nuestro escritor y agudo crítico —el fundador de nuestro pensamiento crítico—, era un hombre libre, no se le pudo callar. Había logrado ingresar al colegio San Carlos donde destacó en los cursos de química, letras y filosofía. Entre 1870 y 1879, vivía retirado en su hacienda Tutumo en Mala, y dedicado a la agricultura. Vivió de cerca la tragedia de la Guerra del Pacífico participando en la defensa de Lima. Una vez ocupada la capital, se encerró en su domicilio “parar no ver la insolente figura de los vencedores”. “Consagrado como un escritor de verbo penetrante, sus frases fueron verdaderos latigazos de cólera dirigidos contra la clase política que llevó al Perú a la situación de 1879”, nos dice el historiador Juan Luis Orrego:

“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? Sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros caudillos? Agentes de grandes sociedades financieras, paisanos astutos impulsivos que veían en la presidencia de la República el último grado de la carrera militar”.

Por ello en el Teatro Politeama, el 29 de julio de 1888, les decía a los estudiantes de Lima: 

Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna generación recibió herencia más triste, porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni venganzas más justas que satisfacer… La independencia nos abruma como una montaña de plomo. Se diría que lamentamos la esclavitud perdida”. 

González Prada ponía en cuestión la sociedad entera. Un siglo después de su muerte, y por su desidia, la sociedad peruana entera debe cuestionarse. Obstinarse en levantar casas en lugares prohibidos, en las quebradas, y no realizar las obras de prevención y mantenimiento mínimas, añade más desastre al desastre natural.

Hugo Neira
20 de marzo del 2023

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