Hugo Neira

Tiempo y destiempo. ¿El pasado tiene porvenir? (I)

Reflexiones sobre el progreso de la humanidad

Tiempo y destiempo. ¿El pasado tiene porvenir? (I)
Hugo Neira
28 de octubre del 2024


El futuro como continuidad puede extender y dilatar nuestros actuales problemas sin atinar a resolverlos, y entonces, la visión que nos puede ofrecer el futuro inmediato podría ser el de un siglo XX ampliado en sus peores aspectos. (...) En la versión pesimista del siglo XXI, podemos suponer se establezcan regímenes a las antípodas de lo que al final del siglo XX se considera, consensualmente, como desarrollo social y humano: respeto a los derechos del hombre, democracia, equidad, justicia social, libertades. Cabe recordar, sin embargo, que todo ello, no es sino el inacabado programa del siglo XIX y XX. Y por otro, que durante el siglo que se acaba, la sociedad abierta de K. Popper, estuvo a punto de perecer en dos ocasiones, ante el nazismo y el comunismo. Quiero decir con esto que esos valores no son definitivos, aunque nos sean fundamentales. Son en realidad históricos, es decir nacieron y pueden desaparecer. Son la herencia del
Aufklärung.

La apuesta de los enciclopedistas por la perfectibilidad del género humano a partir de la débil pero necesaria razón. Ahora bien, las Luces surgen antes de la era de la técnica. Ya sabemos del uso del saber tecnológico en el siglo XX al servicio del Leviatán nacionalista. El siglo arrancó en 1914, su gran novedad fue la guerra industrial por todos los medios. Si el futuro de la humanidad depende únicamente de la técnica, entonces nada es seguro. La técnica puede ser la continuación de las ideologías totalitarias. Las revistas especializadas ya hablan, por desgracia, de la utilización de la biotecnología con fines militares. En todo caso, el debate sobre “la intimidad genética” no es un tema de ciencia ficción en los Estados Unidos, sino de la actualidad más trivial (Biofutur, Nº 178, mayo de 1998). 

Técnica, política despótica y porvenir, ¿es exagerado asociarlos? Un protagonista de algunos de los mayores cambios de este siglo, Václav Havel (presidente de Checoslovaquia hasta 1992), considera que los regímenes totalitarios no pertenecen al pasado como se  piensa en Occidente, sino que ellos son “la vanguardia impersonal que lleva cada día más al mundo hacia una vía irracional”. Su sospecha de la técnica lo acerca de Heidegger. Lo esencial, dice Havel, es que el hombre entienda su propia esencia, y no la adaptación de tal o cual programa de recambio. Havel quiere hablar del poder de los sin poder. Su programa de política es una no política. Es la vida de la verdad sobre la vida de la mentira. No hay política sin ética.

Pero, a diferencia de los pesimistas, ¿no sería posible ensayar otra lectura del siglo XX, menos depresiva, que tome en cuenta las inocultables mejoras, y en consecuencia, mantener una fundada esperanza de que lo positivo de hoy se desarrolle? El totalitarismo será siempre una amenaza, la democracia una construcción babélica, es decir, inagotable, pero el siglo XX ¿es tan catastrófico como lo presentan? Razonemos: victoria de la salud, es decir, alargamiento de la media de vida a casi el doble del siglo pasado, la tuberculosis y la polio erradicadas, la vejez sana y feliz, sanarse sin arruinarse, ¿conocieron otras edades progresos tan evidentes? Las amas de casa pueden añadir una lista de ventajas desconocidas e inimaginables por sus madres y abuelas, la colada simplificada, el agua por cañerías sin ir a buscarla al fondo del aldeano pozo, la oda al confort moderno resulta interminable.

Es verdad que el teléfono y luego el fax a domicilio, cambian muchas cosas en las relaciones familiares, y la radio o la tele que matan el aburrimiento, las proezas de la movilidad con el auto, los progresos personales de la higiene, el matrimonio o el concubinato como un asunto de la pareja y no de un clan, el gusto por el hogar y el regreso al mismo, “el cocooning”, y en la mesa, la moderación; y después de siglos de niños maltratados, otra niñez, otros padres. ¿Punto de vista de mujeres? Sin duda alguna, confieso que los elementos citados vienen de una de ellas, directora de secundaria (proviseur de lycée), y de un libro de título elocuente, Merci, mon siècle (Ch. Collange). El progreso de la salud, de las madres y de los niños, es suficientemente importante como para matizar el balance provisional del magullado siglo que concluye.

Si la condición de la mujer se ha mejorado y también la de los niños por la extensión de la higiene y la educación, entonces, el siglo XX no ese amasijo de miserias bélicas que se pretende. Tal vez el pasado tenga un porvenir (positivo) si se prosigue como lucha para hacer más humanas las relaciones entre seres humanos, hombres y mujeres, más tolerantes, más cooperativas. Nada es, como me esfuerzo en demostrar, del todo seguro. Ni una escena futura con sociedades más libres y justas o todo lo contrario, el retorno de los grandes proyectos históricos despóticos.   [continúa ...]

Hugo Neira
28 de octubre del 2024

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