Manuel Gago
Recién sabe con quién se mete
PPK no puede demostrar la veracidad de sus palabras
La suerte del todavía presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) estaría echada. La moción de vacancia por “incapacidad moral” se discutirá el próximo jueves en el Congreso de la República y no habría manera de revertir la situación. La moción fue presentada menos de 48 horas después de conocerse que la empresa personal de PPK, Westfield Capital Ltd., realizó consultorías a la constructora brasileña Odebrecht. Está claro que PPK le mintió al país al negar su relación con Odebrecht. Pero si para el cinismo nacional eso es “incapacidad moral”, entonces habría que vacar a todo los congresistas por la misma razón.
Además está claro que los contratos que tuvo Westfield con la constructora corrupta fueron lícitos y pagados con los fondos provenientes de la caja uno, la que Odebrecht no usó para pagar las coimas. ¿Por qué, entonces, PPK ocultó esa relación? ¿Por qué no declaró que —según el BCP— luego del último pago a Westfield, se transfirió US$ 380,000 a su cuenta personal? Que PPK haya cometido algún delito o una inmoralidad cuando era parte del equipo ministerial de Alejandro Toledo, que haya decepcionado a sus electores, que no puede demostrar la veracidad de sus afirmaciones con documentos, que no ha tomado en serio las acusaciones en su contra, no deben servir para justificar el ensañamiento y la violación al debido proceso en el Congreso de la República.
Los congresistas de Fuerza Popular (FP) se equivocan demostrando la fuerza de su mayoría legislativa. Los discursos extremos, radicales, autosuficientes y con arrogancia descomunal que se han oído de sus voceros los viste de prepotentes y victimizarían al culpable. Un documento recibido de una constructora corrupta no puede ser suficiente para sentenciar, para vacar al presidente. Las malas maneras no gustan, agudizan el conflicto y lo llevan a los extremos.
Aun cuando las pruebas que se presentan puedan ser incontrastables, la mayoría parlamentaria no puede condenar al presidente de la República sin antes haber oído sus explicaciones, sin antes abrir un debate sobre sus dichos y las pruebas que él también pueda presentar, sin antes investigar para establecer los hechos y los delitos. No esta bien que se despida al presidente de manera apurada. Hacerlo, haría que la gente se solidarice con él. Aniquilar al adversario no puede seguir siendo la consigna del político primitivo que cree que allí se fundamenta su popularidad, para el aplauso de las masas que creen que el foro legislativo es el Coliseo Romano. Una mala señal que ha hecho que reaccionen la bolsa de valores y el tipo de cambio de la moneda nacional. Que haría también que la economía pueda paralizarse y el riesgo país incrementarse.
Lo de la vacancia no es un asunto nuevo. Habría sido el objetivo de la mayoría legislativa desde que perdieron las elecciones presidenciales el 2016. Mayoría que todavía cree que PPK les robó la presidencia en complicidad con el ex presidente Ollanta Humala. La moción de vacancia, entonces, ya habría estado lista, solo faltaba la fecha y el argumento principal.
Y PPK entregó en fuente de plata su cabeza. Hizo los mayores esfuerzos para llegar a la situación actual. No hizo la clase de política que sus votantes esperaban de él. Hizo que otros lo hicieran en su nombre. Hizo que el antifujimorismo que acogió obrará con su consentimiento, polarizando al país, que entorpeciera todo acercamiento con el Legislativo. No entendió que el poder de la mayoría parlamentaria lo puede todo. Que ahora es él y que mañana puede ser el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, el fiscal Domingo Pérez, el juez Richard Concepción. Crisis total. Ahora recién sabe con quién se ha metido.
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