Miguel Pons
Quebrar a las Pyme
Sobre la importación de confecciones chinas de algodón
¿Es posible que las PYMES que producen prendas de vestir puedan afrontar la competencia desleal de las confecciones importadas de China, que cuestan menos que el algodón con que están hechas?
Alan García suscribió, el 28 de abril de 2009, el Tratado de Libre Comercio con China, que obligó al Perú a reconocer que en el gigante asiático hay una “economía de mercado”. El tratado también obligó al Perú a renunciar expresamente a denunciar a China por subvenciones y dumping a importaciones ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y a no aplicarle cuotas de importación.
Por economía de mercado se entiende la organización y asignación de la producción y el consumo de bienes y servicios que surge del juego entre la oferta y la demanda en una situación de competencia imperfecta, lo que requiere una determinada participación del Estado para corregir y/o mejorar los efectos negativos de externalidades y fallos del mercado y garantizar un acceso general mínimo a ciertos bienes y servicios. Es sinónimo de libre mercado. ¿La economía China es realmente una economía de mercado o de mercado libre?
Las importaciones chinas de prendas de algodón han aumentado desde el 2012 (US$230 millones). El 2013 sumaron US$ 243 millones, el 2014 US$300 millones y este año llegarán a US$ 345 millones. Mientras tanto, en Gamarra, de 8.400 talleres de confección censados en el 2013, ahora hay poco más de 4.800.
INDECOPI emitió, el 22 de mayo de 2015, una resolución que revocó las medidas antidumping que antes había aprobado y rebajado los aranceles a las prendas chinas; además ha resuelto que el Estado devolverá a los importadores US$ 12 millones de dólares pagados por esa causa. Y llueve sobre mojado porque ahora intenta aplicar un Derecho Compensatorio de 10% a la importación de fibra de algodón procedente de EE.UU. porque está subsidiado.
China manipula precios, salarios, horarios de trabajo y no existen sindicatos que defiendan los derechos de sus trabajadores, mientras que en el Perú los candidatos presidenciales ofrecen a las MYPES rebajarles impuestos a condición de que se formalicen. ¿Cómo? ¿Con las trabas burocráticas que el mismo Estado impone en las diversas instancias administrativas, sin contar las coimas?
Los TLC deben garantizar el equilibrio y excluir la importación de productos que amenacen puestos de trabajo en el Perú porque vivimos en un estado que practica una economía de mercado que favorece al consumidor frente al productor. No hay un monopolio u oligopolio de la producción en el Perú que justifique esa excepción a otro Estado que no es una economía de libre mercado.
Indecopi deduce que la contracción de la actividad algodonera peruana obedece a que el algodón norteamericano está subsidiado, generando una competencia desleal para el algodonero peruano y se propone aplicar un Derecho Compensatorio o sobretasa arancelaria de 10% al algodón importado. Esto significaría un incremento en los precios de los prendas de vestir nacionales Esta irracional medida favorecería más a las importaciones chinas.
Algunos algodoneros peruanos insisten en la misma solución y que INDECOPI parecería, ahora, encontrarle sustento. Pero la producción de algodón en el Perú no satisface la demanda interna y sólo cubre el 40% China también compra algodón producido en los Estados Unidos de América y le favorece el subsidio.
Es obvio que el estado que no supo negociar el TLC y se sometió a las exigencias de China. Poco le importó sacrificar a esforzados empresarios peruanos.
Ya es tiempo de afirmar que el gobierno peruano debe otorgar subsidios, precios refugio, seguro agrícola y otros a la agricultura y ganadería peruanas. No solo Estados Unidos de América lo hace sino también Europa lo hace. El problema en el Perú es que hay gobernantes pero ninguno es un estadista.
Por: Miguel Pons Couto
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