Manuel Gago
Pobres, anémicos y asustados
Sobre la relatividad de ciertas estadísticas y la eficiencia de los programas sociales
El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reporta que 289,000 peruanos han dejado de ser pobres. Así, con un retroceso del 1.2 %, un 22.79% de la población sigue siendo parte de los que reciben menos de 300 soles mensuales en un Perú todavía estancado en políticas públicas para destrabar las inversiones y los ímpetus de los emprendedores y para formalizar a ese 70% que subsiste al margen de la legalidad económica.
El profesor y periodista de Concepción, Junín, Wilson Vidal, denuncia el malestar de muchos jóvenes que no pueden postular a Beca 18. Uno de los requisitos para ser admitido al programa de becas es estar calificado en situación de pobreza o pobreza extrema por el Sistema de Focalización de Hogares (SISFOH). Los jóvenes aseguran que sus nombres figuran en niveles socioeconómicos medios cuando en verdad son parte del bolsón poblacional que sobrevive con 300 soles, que apenas alcanza para una menesterosa canasta básica familiar.
Sus nombres, según las estadísticas oficiales, están registrados en niveles superiores a su realidad, frustrando así sus deseos de obtener una de las tan promocionadas becas del gobierno actual. Dichas estadísticas, según el periodista Vidal, no coinciden con la realidad ya que, además, la Defensoría del Pueblo también ha detectado deficiencias en el SISFOH en 46 municipalidades de las provincias de Chupaca, Junín, Oroya y Jauja.
Según Rolando Arellano, una media nacional del 70% de peruanos dice ser de clase media. Una clase media no-tradicional que sólo aquilata el factor económico más no niveles educativos y culturales. Aquí, el pobre tiene la percepción que es de clase media porque dice que viste ropa de marca, anda en taxi y vive en cualquier sitio menos en lugares populosos. En Huancayo estudiar en “la Conti” (Universidad Continental) es pertenecer a un grupo privilegiado de estudiantes. Una marca convertida en activo dándole valor a la persona sin importar su nivel socioeconómico.
Si la aparente buena noticia de la disminución de la pobreza alegró al Ministerio de Inclusión Social, el Barómetro de las Américas 2014 ha confirmado toda percepción: el Perú encabeza los países con mayor delincuencia en Latinoamérica. Tratando de minimizar el hecho, se dice que tal ubicación es porque en el Perú se denuncian los actos criminales mucho más que en México y Venezuela, países donde la criminalidad es más brutal. Sea como sea, aquí no fallan realidad, percepción y estadística: Asusta un menú en salchipapería por temor al asalto.
El ex ministro Daniel Urresti no dejó sentada en el Ministerio del Interior ninguna base de transformación trascendental que podamos halagar, como sí Jaime Saavedra en el Ministerio de Educación. Sin embargo, Urresti ya es figura política, tiene la percepción de que votarán por él al menos ese 6% estadístico de las encuestas.
De otra parte, el incremento de la anemia recién es noticia cuando, tal vez, la situación empezó a empeorar desde los inicios del boom de la comida nacional y de los fast food. Paradojas peruanas. Somos destino gastronómico con cocinas infestadas de cucarachas y pericotes y con gran porcentaje de gente con hemoglobina baja. Cuchara de palo en casa de herrero. Sufriendo desnutrición teniendo quinua, maca y kiwicha. ¿Comodities de exportación? Los deliciosos sabores chatarra les han ganado al hierro de las coles y lentejas bueno para superar la anemia.
Con razón, según la ONU, Perú es uno de los países menos felices de Latinoamérica.
Por: Manuel A. Gago Medina
27 - Abr - 2015
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