Neófitos y sanguijuelas

El fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, estuvo en la CADE 2017 que se realizó la semana pasada en la localidad de Paracas. Su presencia levantó la Conferencia Anual de Ejecutivos de este año. Colocó al evento de ejecutivos en la boca de quienes no saben que tal Conferencia existe. Y, como debía ser, se hizo notar. En el recinto de Paracas fue aplaudido e incluso hizo que la élite de los ejecutivos del país y los asistentes carcajearan con algunos pasajes de su alocución, mostrando así su aprobación.

El fiscal ha pedido que se respete la autonomía e independencia del Ministerio Público, respondiendo así —de manera pública— a la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso que lo investiga “por omisión funcional en la lucha contra la corrupción”. La investigación tendría como finalidad destituirlo, lo cual no sería otra cosa que una vendetta política propiciada por Fuerza Popular y el congresista Daniel Salaverry. A la denuncia se sumó la congresista Yeni Vilcatoma argumentando que el fiscal Sánchez “le había mentido al país, que no había ninguna investigación preliminar en contra de las empresas consorciadas de Odebrecht”.

Pablo Sánchez aprovechó el auditorio de la CADE 2017 para decir lo que debía: “Cumplimos con nuestro trabajo y ciertamente algunos neófitos en la materia nos denuncian… me atacan, me han dicho cosas, no puedo decir que alguno es una sanguijuela, me aguanto de decirlo”. Con eso, el fiscal suma simpatías a su alrededor justo cuando el Congreso de la República, que lo investiga y pretende sacarlo del cargo, cae a 19% de aprobación según encuesta de noviembre de GFK. Es decir, un Parlamento que es desaprobado por seis de cada nueve pobladores (según GFK) quiere darse el lujo de obstruir las investigaciones que realiza la Fiscalía en torno al caso Lava Jato. Sería ir en contra del lema de la CADE 2017: “Un solo Perú, no más cuerdas separadas”. ¿O no?

Quienes conocen al fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, aseguran que es un hombre cauteloso —no es sinónimo de temeroso—, que no ha necesitado ser acusado constitucionalmente por Fuerza Popular —la mayoría en el Legislativo— para mostrar los resultados de sus investigaciones y seguir en la brega tan complicada de desatar tantos nudos de corrupción y descubrir tantos otros que están allí, pasando piola. No es que el amedrentamiento haya atrapado al Fiscal y que se le ocurriera, de la noche a la mañana, demostrar que sí está cumpliendo su labor; y como consecuencia, decidió que la fiscalía armara una investigación preliminar a las empresas consorciadas con Odebrecht. Ampliar las investigaciones y solicitar la prisión provisional de cinco directivos de esas empresas no es el resultado de ninguna presión, como han dado a entender los voceros de la mayoría parlamentaria.

Hoy se conoce que sí, que como debía ser, hay desde el mes de enero del presente año una investigación reservada de carácter preliminar. Pablo Sánchez ha sido durante dos años presidente de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN) y sabe al dedillo que para cualquier acusación debe tener las pruebas suficientes, que las denuncias deben ser bien fundamentadas y que la carga de las pruebas es del Ministerio Público y no de otro. Por tanto, su trabajo además de ser escrupuloso debe ser —como dicen que es él— cauteloso. Que no puede actuar por impulsos emocionales, para hacer portadas de los medios de comunicación. De persistir la acusación en contra de Pablo Sánchez, confirmaría que las cuerdas separadas, que se quieren desterrar de la dinámica nacional, no son de la incumbencia de Fuerza Popular.