Manuel Gago
¡Larga vida al modelo económico!
Pero escasea la riqueza humana
No obstante el 0% de crecimiento económico en el primer trimestre anunciado por el Banco Central de Reservas, sobrevive en el país una mayoría pujante, con ganas de salir adelante, dispuesta a derrotar al conformismo y al fracaso por cuenta propia, sin apoyo estatal. Por el contrario, estos emprendedores son hostilizados en los mercados, donde lidian con fiscalizadores municipales que imponen su voluntad y estiran las normas a su antojo, según ellos, para demostrar eficacia laboral. Se cierran centros comerciales, restaurantes y bodegas por “faltas subsanables”. Así se afecta a micros y pequeños comerciantes que han visto –por el desgobierno de Castillo– la caída de sus ventas en 30%.
¿La newtoniana ley de acción y reacción hará surgir en Perú y la región un movimiento ciudadano capaz de poner fuera de la administración pública a los autores del desorden, del festín de presupuestos estatales y de ese plan sistemático para la destrucción de la familia, la fe, la sociedad y el Estado? ¿Cuánto más se puede soportar la inoperancia del Ejecutivo en su principal tarea de promoción del desarrollo económico para vencer la falta de trabajo, con su secuela de pobreza, hambre, enfermedad y muerte?
Perú se desvió del camino de despegue económico y social elegido en los noventa, y que lo había convertido en un ejemplo mundial. Si bien el intento de Castillo de destruir la institucionalidad republicana quedó en el pasado, el peligro sigue latente. Una nueva asamblea constituyente, necesaria para imponer la patria socialista, no es asunto concluido. No basta descubrir la captación y compra de congresista y mandos policiales y militares; tampoco saber cómo las instituciones estatales fueron copadas por socialista e izquierdistas. Con Boluarte no comenzará ningún proceso de transformación. Menos en los gobiernos regionales y locales, en donde el clientelismo y el populismo imperan.
Por el activismo antiminero, impulsado por el ambientalismo ideológico, Congo será pronto el segundo productor de cobre en el mundo, después de Chile, desplazando a Perú. Habrá más trabajo directo e indirecto, más industria local emergente, nuevos servicios periféricos (transporte, hostelería, mantenimientos) y focos urbanos en desarrollo, pero en África central.
Bastó un puñado de activistas para reducir la producción de cobre, la principal fuente de la renta nacional. Perú es rico en minerales, pero no es el único en el mundo. El cobre abunda en China, Estados Unidos y Australia; China, Australia y Chile producen Litio, minerales altamente cotizados en esta era de comunicaciones, ahorro energético y descontaminación ambiental. Sin embargo, desaprovechamos las oportunidades. Resulta fácil, entonces, predecir el futuro peruano: estancamiento económico y social. La tuberculosis –desterrada desde los noventa– seguirá atacando a los pobres. La poliomielitis volvería.
La anemia continuará afectando al 50% de los niños peruanos. Fatiga, cansancio, falta de ganas y concentración son sus resultados, que interrumpen el desarrollo cognitivo. Ya sabemos por qué tantos idos además de mentirosos y ladrones.
A pesar de las adversidades políticas, económicas y sociales, seguimos siendo un ejemplo regional; no obstante el 85% de informalidad económica y la parálisis del Ejecutivo frente a los aconteceres diarios. ¿Es Dios todavía peruano como señala la creencia popular? El modelo económico de los noventa sobrevive a duras penas: redujo la pobreza de 60% a 20% de la población, y logró agroexportaciones de 600 variedades de frutas y verduras por US$10,421 millones en 2022. Larga vida, entonces, al modelo económico, promotor de desarrollo y crecimiento de toda actividad humana.
Si el oro peruano no llegara de contrabando a Bolivia y la industria maderera superara a la de Chile, Perú sería otro. La riqueza natural es variable y abundante, pero escasea la riqueza humana. Aquí son frecuentes los disparos al pie. Cambiar este paradigma costará tiempo y esfuerzo; especialmente sin saber cómo empezar, sin saber cómo evitar que otros castillistas y senderistas organicen fuerzas de choque. “Vándalos”, como los vistos en las frustradas “toma de Lima”.
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