Hugo Neira

La política (peruana) y el ornitorrinco

La llegada de lo inesperado es repetitica en nuestra historia

La política (peruana) y el ornitorrinco
Hugo Neira
11 de junio del 2018

 

¿Qué es un ornitorrinco? Es una especie que habita Australia, de unos 50 cm de longitud (cola incluida), pelo pardo, hocico similar al pico del pato. Buen nadador, pero no es pato. Y no es del todo un mamífero, se reproduce con huevos. Es un mamífero ovíparo. Y como diría Cantinflas, ahí está el detalle. A Linneo, el naturalista sueco que establece una clasificación de los animales y las plantas, cuentan que le llevaron un ornitorrinco, un mamífero que ponía huevos o un pato que tenía pelo. Lo miró el sabio sueco, lo examinó y dijo algo casi bíblico: “Este animal no existe”. Linneo prefería su clasificación a admitir que ese bicho era real.

En estas líneas, es una metáfora de lo inesperado. No tanto en las ciencias naturales, sino en la percepción de la vida política. En particular la nuestra. Lo inesperado es repetitivo en el Perú y provoca dolor de cabeza y ánimo violento. No es ahora que esto ocurre, viene de lejos. ¿Cómo aprobar o desaprobar a ese joven trujillano que regresa de Europa y, siendo descendiente de uno de los conquistadores de la isla del Gallo, pretende liderar un partido de clasemedieros, cañeros del norte y obreros de Vitarte? Además, dice ser revolucionario y a la vez demócrata. Un tal Haya de la Torre. El aprismo desde 1931 fue una cosa rara, incomprensible. También lo fueron esos militares de izquierda que con Velasco aprovecharon su autonomía para liquidar latifundios, y de paso la vieja oligarquía. Lo que se dijo de ellos —“fascistas”, “reformistas”— es parte del lado oscuro de nuestra historia intelectual.

La lista es larga. ¿Cómo un descendiente de japoneses, y casi desconocido rector, le pudo ganar en las presidenciales al peruano más conocido en el mundo, Mario Vargas Llosa? ¿Y cómo un casi desconocido intelectual, que anida en uno de los más reconditos lugares del Perú, en Ayacucho, decida salvar al comunismo mundial? Espero que el amable lector haya leído a Umberto Jara (Abimael, el sendero del terror). El doctor Guzmán no quería una revolución solo para los peruanos. ¡Muy poca cosa! Admiraba a Lenin, Stalin y a Mao. El cetro del comunismo peligraba. Y él iba a tomar el relevo. Iba a salvar planetariamente el comunismo. No desde China, desde Ayacucho. Es lo que dijo desde la cátedra. ¡Y le creyeron!

Hace unos veinte años que vamos de sorpresa en sorpresa. Ollanta Humala, llegado al poder desde las izquierdas, a los pocos meses de asumir se deshace de quienes lo aupan a la Silla. No los reemplaza. Le da cuerda al “automático” (MEF y Banco Central) y el cogobierno a la señora. Cinco años perdidos. Luego, la hipersorpresa PPK. Y encima, el fujimorismo no se muere, como muchos esperaban. Les sale, a los interesados por el poder, un partido rival rarísimo. Otro ornitorrinco. Vienen del pueblo, de las nuevas clases medias, y son una derecha popular. Y como lo ha dicho Víctor Andrés Ponce, no quieren ocuparse de la transformación de la sociedad peruana. Venidos de lo popular, ¿lo olvidan?

Entiendo el titubeo, la indecisión de muchos ante esa inesperada gobernabilidad post PPK. Lo dije en el programa de Beto Ortiz. Las hipótesis de gobierno no me parecen muchas, pero no sé por cuál se determinarán. O bien intentan las “grandes reformas”, al menos en parte, o bien trabajan para poner orden en lo inmediato. Pero hay una interdependencia en ambos casos. Y si hacen “el buen gobierno” —a lo Felipe Guamán Poma— lo mejor de lo posible, hasta el 2021, ¿no es temible para muchos? Habrían introducido en nuestras maneras políticas un nuevo estilo. Provincianos de origen, profesionales, ambos han sido gobernadores de regiones. Acaso por eso incomodan. ¡Siguen un itinerario normal! Con Beto recordábamos que casi siempre los presidentes de los Estados Unidos han sido senadores. Nixon, de California. Clinton, de Arkansas. Obama, por Illinois. Guardando las distancias, el presidente actual y su primer ministro hace rato que son hombres de Estado. Así de simple. Pero hace 30 años que no existe en el Perú el curso de Lógica.

Lo que esperaban algunos opinólogos como presidente era otra cosa. Una suerte de profeta, mesías, salvador de la patria. Desde esa búsqueda fantasmal del mandatario carismático, nos encaminamos a tener un Lincoln. Pero también, salido de la nada, un Hitler. Patricia del Río dice que el actual presidente tiene “alma pequeña”. Pero Patricia, ¿no te parece que las “almas grandiosas” han sido un desastre en este continente? El magistral Hugo Chávez con su “socialismo del siglo veintiuno”. Abimal Guzmán como epicentro del planeta. Y el “cholo sagrado”, invento de Eliane. ¿Nos encantan todavía las quimeras? Sin embargo, una administración presidencial sensata le haría mucho bien al país. Pero me parece que queremos divertirnos. Gozar con las polarizaciones. ¿Formalidad y racionalidad? Qué aburrimiento. Las redes quieren carnecitas. Cuánto lo siento. Los países más prósperos son los más aburridos.

La política es medio darwiniana: se prospera por mutaciones. Y no tenemos correa para novedades. Estas siempre molestan al conservadurismo, de derecha y de izquierda. Criticar a un presidente a los dos meses no solo es precipitado sino que tiene algo de reaccionarismo light, muy de moda.

A último minuto, “La aprobación al presidente Martín Vizcarra cae 15 puntos”. Eso no es un triunfo de la democracia, es un triunfo de los dueños de los medios. Que en el sur tengan un mayor rechazo (55%) no es una sorpresa. Hace rato que el sur, por su retraso, vota contra el pluralismo político. Pero demográficamente, no pesan. Más bien, es cierto que la política peruana busca su Gareca. Dentro o fuera de la presidencia.

 

Hugo Neira
11 de junio del 2018

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