Ideología y relativismo: un camino para la destrucción de Latinoamérica

Los socialdemócratas han creado un camino extenso y aparentemente próspero a los comunistas, a aquellos marxistas, así como al ala progresista, cuna de perversidades; una mixtura que no deja de sorprendernos. Son corrientes de continua perdición, y han tomado –hoy por hoy– el futuro de América Latina, y lo han convertido en el más despiadado.

Existe una filosofía latinoamericana perniciosa, que se concibe como un pensamiento periférico que es a su vez un pensamiento situado, donde Europa se arroja sobre América Latina, herencia de los “pueblos originarios”, a los proyectos de nación que llaman a la revolución. Existe un porqué de este pensamiento, del rechazo al colonialismo, que recrea en su ideología la unión latinoamericana, la lucha de clases, de supuestos países marginados que no tomaron participación en la centralidad de la historia.

No es entonces extraño ver cómo los líderes principales de Latinoamérica, a excepción de algunos como Bolsonaro, son abiertamente comunistas. Hay quienes toman esto con un esmero desquiciado para promover una agenda marxista inmersa en el propósito del eje bolivariano; una entelequia propia de sus delirios ideáticos que a las finales siempre termina fracasando y hundiendo más a los países de Latinoamérica que cedieron completo poder a este tipo de gobiernos. 

La reciente elección de Boric en Chile, uno de los países más prósperos de la región, es un claro manifiesto de que hay una tendencia en toda Latinoamérica a elegir líderes de extrema izquierda; y tan solo con un matizado discurso progresista, son capaces de captar hasta el último voto popular. Pareciera que todo el mundo desea imitar la cultura amoral y anticristiana de occidente, que olvidan en el encanto de un discurso posmodernista la inferioridad técnica e intelectual de candidatos con esta tendencia.

Es un afán colectivo el deseo de sentirse europeizado, pero por el  bodrio europeo, lo que hoy es tendencia y está de moda, y cualquier discurso “retrógrada”, lo encuentran muy agresivo para la época. Una moda que esquiva la inteligencia, de seguro. Interesa muy poco si sus idearios sostienen una doctrina de izquierda comunista como la de Venezuela o Cuba, totalmente empobrecedora, mientras haya un discurso progresista de por medio, ese será el candidato de su preferencia. 

No hay duda de que la agenda de descristianización ha hecho muy bien su trabajo, pues el relativismo es la pregunta y la respuesta frente a todo lo que acontece en nuestros tiempos, aún frente a la elección de gobiernos comunistas. Es la era de la concupiscencia infinita, donde el hombre vive para servir a sus deseos y carece de visión y sensatez para tomar conciencia de asuntos patrios, de daños sociales que amenazan su soberanía y verdadera libertad, los tiempos de honor y servicio al país han quedado únicamente en el recuerdo.

El masivo letargo que ha generado la destrucción de un orden moral en la sociedad, es catastrófico. Los jóvenes son ajenos total y absolutamente a la realidad nacional, nadie entiende los gravísimos daños de un gobierno como el que actualmente tenemos. Se sostienen en una falsa tranquilidad idílica, aquella que les ofrece un par de agendas de género para distraerlos de la verdadera y desastrosa situación en la que se encuentra su país. 

El Gobierno de Pedro Castillo, es un caso sin precedentes en la historia nacional, visto desde lejos, deja perplejos a propios y a extraños que, horrorizados, no comprenden cómo pudo un país llegar a estos extremos. Castillo es el reflejo vivo de la dura y franca realidad del nivel cultural y educacional que verdaderamente existe en este país, siendo millones de peruanos quienes ajenos a la realidad capitalina encajan en ese mismo nivel al interior del país. Es Pedro Castillo el claro ejemplo de una falsa identidad cultural y de una pobre educación que, en los escombros de un centralismo bárbaro, se ha perpetrado en las últimas décadas. 

Pedro Castillo es uno de los presidentes con menor capacidad y mayor deficiencia mental que haya podido tener el Perú. Resulta espeluznante escuchar cada una de sus declaraciones, no tiene ningún conocimiento sobre la Constitución política, y no maneja en lo absoluto ningún tema vinculado a nuestra política internacional. Sus declaraciones son simples, básicas y antipatrióticas, totalmente ajenas a las de un líder de Estado. Hoy, gracias a Castillo, somos más conocidos en el mundo por la entrevista que Fernando del Rincón le hizo que por Machu Picchu o nuestra gastronomía. 

La inestabilidad gubernamental, está dañando nuestro país seriamente, la falta de un gabinete apropiado está quebrando nuestras relaciones diplomáticas y las posibilidades de un crecimiento económico próspero. Además, el discurso anti soberano que manejó Castillo con respecto al tema de Bolivia nos ha sumado un nuevo caos social. No es un simple decir que nuestro mandatario no solo no conoce nuestra constitución, sino que la distorsiona gravemente, haciendo referencia a un supuesto referéndum de consulta popular, sobre sí se debería ceder o no el paso de Bolivia al mar mediante nuestro territorio. Tamaña sandez, pues, no solo es una imposibilidad constitucionalidad, sino que demuestra de manera aguda e irrefutable, que sus intereses no van en definitiva con los intereses de nuestro país, que su interés está alineado a los intereses de Evo Morales, y que su falso discurso del hombre preocupado por el pueblo no es más que una actuación penosa y peligrosa para la soberanía de nuestra nación. 

Hoy, nuestro futuro es incierto, sin una decisión rápida de nuestro parlamento aumentamos la crisis de nuestro país y se pone en riesgo el futuro de miles de peruanos. Espero que en las próximas semanas la vacancia del señor Castillo no solo sea una especulación, sino una realidad.