Guerra de tecnologías y mercado

En portada, The New York Times anunció que las baterías de litio serían desplazadas por baterías de sodio, mineral más abundante y barato que el litio, que se encuentra a "flor de piel" (en el 60% de la corteza terrestre) y en aguas marinas. Por cantidad, el sodio es el sexto mineral del planeta después de los silicatos (el silicio es usado en paneles solares, cuya propiedad es transformar, por efecto fotovoltaico, la energía luminosa en energía eléctrica). 

Según TNYT, 20 fábricas chinas estarán operativas en poco tiempo y servirán para producir baterías de sodio, cuya energía acumulada puede durar años después de haber sido cargadas en pocas horas; asimismo, son capaces de soportar temperaturas por debajo del congelamiento. Sin embargo, el peso y dimensiones son sus desventajas. El plan es transformar la industria automotriz y de energías alternas (paneles solares y turbinas de aire). Una guerra de tecnologías y mercados se estaría desatando, ¿acaso para traerse abajo al litio?

China es uno de los principales procesadores de litio en el mundo y depende de proveedores mundiales. En un contexto de expansionismo geopolítico sustentado en el comercio, busca alternativas para diversificar su cartera de productos estratégicos, no otros que los energéticos. China ha anunciado estar en capacidad de producir sodio sintético, en laboratorio, considerando que el 90% de las reservas mundiales de sodio se hallan en Wyoming (Estados Unidos). Por esta y otras razones surge la pregunta ¿el litio de Falchani –en Macusani, Puno– quedará como una muestra más de las oportunidades peruanas perdidas? Veamos. 

El litio, en algunos yacimientos está asociado a minerales radioactivos, como uranio y cobalto, lo que limita su exploración y explotación por razones legales, técnicas y de seguridad. En Perú todavía no existe una legislación actualizada que permita realizar actividades vinculadas a materiales radiactivos. El proyecto de Ley N° 2291/2017 - CR disponía modificar el DL N° 23112, promulgado en 1980. Y aun cuando el DS N° 014-92-EM establece que los “minerales radioactivos pueden ser materia de actividades mineras”, faltan normas que puntualicen al detalle aspectos ambientales y de seguridad. Según el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (Ingemmet), en distintas regiones del país existen 32 depósitos de uranio, el 65% de ellos calificados para exploraciones.  

Enrique González, experto en hidrocarburos y estrategias energéticas, nos dijo que en los yacimientos de Macusani, al norte del Altiplano, la roca volcánica de litio está asociado con uranio. Y, por el contrario, asegura que en el sur, por ser una zona metalogenética distinta, los yacimientos –actualmente en exploraciones avanzadas– están libres de uranio. El investigador señala que Perú es u  país privilegiado por poseer yacimientos de litio en salmueras, roca volcánica y sedimentos. González es escéptico con respecto  la noticia de TNYT. “Si fuera así, ¿por qué empresas canadienses, francesas y norteamericanas siguen comprando concesiones de litio en el mundo”?, pregunta. US$ 1,600 millones estarían disponibles para impulsar nuevos proyectos en la región. 

La tecnología del sodio no es nueva, no es un invento chino, sería otra copia. Décadas atrás, buscando alternativas a las baterías ácidas (plomo y ácido sulfúrico) y baterías alcalinas (níquel-cadmio y potasio), en Vancouver (Canadá) el sodio era parte de los experimentos. ¿Cómo así, entonces, China adquiere y desarrolla comercialmente ese know how?

A este escenario de dominio comercial se suma el modelo estatista experimentado en Chile, Bolivia y Argentina. No obstante la fuerte oposición de los actores económicos, los populismos colectivistas pretenden cambiar el modelo económico. Proponen nuevas normas de participación estatal en los consorcios del litio, cambios que espantan a los inversionistas. Preguntamos, entonces, ¿los colectivistas de las comunidades del sur, en el Altiplano, seguirán esa corriente estatista, afectando el aprovechamiento del lito peruano?