Heriberto Bustos
Basta de regates
No se debe bajar la guardia ante el nuevo Gabinete ministerial
A pesar de la demora, solo bastaron algo más de 66 días para que el hartazgo de la petulancia e ignorancia en materia de gestión gubernamental diese en el relevo del presidente del Consejo de Ministros una especie de freno al desordenado y preocupante curso que viene tomando el discurrir económico, político y social del país. La interrogante que surge es si esa decisión significa realmente un cambio o reorientación en las pretensiones de captura del poder para instaurar, mediando una nueva Constitución, la dictadura de un grupo perdido en el tiempo en cuanto a sus orientaciones ideológicas y ciertamente programáticas. Nada está dicho en términos de recambio cuando los reemplazantes más hábiles o duchos que los anteriores, afiliados directa o indirectamente al partido de gobierno, llevan consigo un profundo odio al sistema.
Teníamos en el cargo más importante, luego del presidente, a un personaje cuyo mérito era, al margen de ser militante radical de la izquierda, haber estudiado por más de 10 años la carrera de ingeniería electrónica en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco para "lograr" el grado de bachiller. Y tras asumir la Presidencia del Consejo de Ministros actuó, como producto de la ignorancia, con total arrogancia: ofendiendo a las damas, menospreciando a sus propios paisanos, manoseando a su antojo muchos símbolos de la cultura andina, faltando el respeto al propio presidente. Allí estaba como amo y señor, intentando transitar por el sendero oscuro del totalitarismo. En esa línea de comportamiento, surge la voz de advertencia y recuerdo de Voltaire a la nueva presidenta del Consejo de Ministros, recordándole que “La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano”.
Con un nuevo equipo de gobierno, en el que muchos de sus integrantes siguen el mismo curso ideopolítico, no podemos permitirnos bajar la guardia. Si bien reza el dicho "por sus actos los conoceréis", los tiempos no dan para ello, toda vez que tardar es perder. No resultaría raro que se configure una situación más complicada de lo que esperamos. Y a decir de muchos, se estaría operando, contra la democracia, una especie de cambio de mocos por babas, ignorando conscientemente algunas verdades señaladas por Plutarco como: “Una autoridad que se funda en el terror, en la violencia, en la opresión, es al mismo tiempo una vergüenza y una injusticia”.
Ubicando los acontecimientos mencionados en nuestra búsqueda de la libertad individual y colectiva, del respeto al Estado de derecho y de la lucha contra todo tipo de totalitarismo, es oportuno afirmar que si las muestras de cambio marchan alejadas del amague o finta política, del intento de mostrar falsas realidades, de alejarse de los intentos totalitarios, vale decir si obedeciesen a modificaciones oportunas, subsanando la presencia de radicales en las nuevas denominaciones ministeriales, muchos peruanos estarían prestos a sumarse al esfuerzo por sacar adelante al país, afianzando la gobernabilidad y coadyuvando al reflotamiento de la economía, la disminución de la miseria y la pobreza, y a la verdadera lucha contra la corrupción. Todo ello en el marco del afianzamiento de la democracia. Esperemos que Pedro Castillo entienda que tal vez esta sea su última oportunidad para mantenerse en el gobierno.
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