La muerte de Rosalío Sánchez

Reflexiones sobre el posible asesinato del alcalde de Kepashiato

El posible asesinato de Rosalío Sánchez, alcalde del centro poblado de Kepashiato, y dirigente de la Federación Campesina de la Convención, y la manera cómo se informó en Lima sobre el incidente, revelan los profundos abismos que todavía existen entre  el Perú profundo y el Perú formal, no obstante que avanzamos hacia el cuarto proceso electoral sin interrupciones y mantenemos la economía de mercado durante un cuarto de siglo. Según todas las informaciones, el alcalde Kepashiato fue detenido en un puente que mantenían los manifestantes, metido en la maletera de un auto -luego de una brutal golpiza-, que después se despistó al río Vilcanota. De confirmarse las versiones de los dos sobrevivientes de la intervención policial estaríamos ante un asesinato, y el ministro del Interior, Daniel Urresti, no debería permanecer un solo minuto más, pero un solo minuto más, en el cargo.

Aquí también parece haber funcionado el esquema de información de contrainteligencia que se empleó contra el candidato fujimorista en Barranca (la acusación gratuita de narcotráfico). En el auto desbarrancado con el cadáver de Rosalío Sánchez se encontró 23 de kilos de droga. El auto no le pertenecía al occiso y solo la policía estuvo en control del carro y del arresto. Sin embargo la noticia viajó en algunos medios limeños acusando al alcalde de narcotraficante y de oponerse al gasoducto del sur.

Tino Santander, antrópologo y columnista de este Portal, en su artículo de hoy nos relata que Rosalío Sánchez era un dirigente campesino convencido del proyecto del Gasoducto del Sur y que creía en la inversión privada como motor del desarrollo. Los detalles sobre cómo el fallecido impulsaba el diálogo entre las comunidades y las empresas privadas están el artículo de Santander. Jorge Nieto, también columnista de este Portal, nos informa que, además, los diálogos del gobierno con los líderes de los manifestantes estaban avanzados.

Los manifestantes de La Convención protestaban contra la corrupción de las autoridades locales y regionales: la Convención ha recibido del proyecto Camisea cerca de 4 mil millones de soles, pero las localidades no tienen hospitales, agua ni desagüe. ¿Qué han hecho las autoridades con ese dinero? La protesta era pues contra el Estado. No contra las empresas ni la inversión privada.

Todo indica que, desde el Ministerio del Interior, se montó otro psicosocial para encubrir la barbarie policial sin importar muertos ni honras de la gente. Quizá las empresas del Consorcio Camisea deberían pronunciarse públicamente sobre el papel de Rosalío Sánchez en la promoción de las inversiones y la participación de las comunidades marginadas. Si bien ese no es el papel de las empresas sería un extraordinario mensaje para la sociedad y las comunidades del interior: las compañías privadas están más cerca de los pueblos que el Estado y el mundo oficial que mira con recelo todo lo que viene del Perú profundo.

El posible asesinato del alcalde de Kepashiato y la manera cómo ha reaccionado el Perú oficial ante un simple psicosocial nos demuestran los prejuicios que todavía mantenemos en nuestra sociedad. Pero los puentes que se han extendido entre los pueblos representados por el alcalde Sánchez y las empresas privadas nos revelan una de las claves para avanzar en el desarrollo nacional: la necesidad de que el Perú profundo, el Perú emergente, se exprese en el espacio público. Esa falta de representación permite que intermediarios de izquierda distorsionen y manipulen los verdaderos intereses de los pueblos sin voz. Ya lo hemos dicho más de una vez: El montonero ha nacido para ayudar a cambiar ese estado de cosas.

(09/09/2014)