La censura del ministro de Energía y Minas, Rómu...
Pedro Castillo anunció a todos los medios nacionales que el sábado 15 de mayo a las 2 pm iba a presentar a su equipo y plan de gobierno en el distrito de La Victoria. Era el principal argumento para negarse a participar en el debate con Keiko Fujimori, que él mismo había propuesto. Parecía una razón atendible. Sin embargo, Castillo no presentó plan ni equipo, al margen de mencionar algunos nombres conocidos.
Si el objetivo de Castillo era explicar por qué se negaba al debate, no lo consiguió. Si el objetivo era desmarcarse de la influencia de Vladimir Cerrón y abrirse hacia líneas de centro, tampoco lo logró. Si el objetivo era presentar una imagen de organización, igualmente fracasó. En resumen, se armó una escena de manera apurada, y se derrumbó. La imagen de un Castillo que se corre del debate, que improvisa y que se desubica, se adhiere a la retina de la gente. Y eso cuesta en cualquier elección.
La movilización de Castillo por las calles de Gamarra, con una cuadra y media compacta, y la seguridad militarizada de un centenar de reservistas, antes que despejar dudas agravó las interrogantes. El rechazo de los emprendedores y empresarios de Gamarra hacia la marcha de Castillo dejó en claro las distancias del mundo emergente con la propuesta colectivista del lápiz. Sin lugar a equivocaciones, no es exagerado sostener que en estas cinco semanas de campaña para la segunda vuelta, Castillo ha sumado error tras error. Errores que explican que la lideresa del fujimorismo logre el empate técnico, luego de reducir una brecha de 20 puntos en los sondeos.
Por su lado, Keiko Fujimori de Fuerza Popular, protegida por una impresionante ola anticomunista, impulsada por las clases medias emergentes y consolidadas, ha sumado varios aciertos, sobre todo luego del debate en Chota en donde –no obstante la plaza adversa– logró hacer pasar su mensaje, sobre todo para los sectores D y E. El frustrado debate en el penal Santa Mónica, en donde se abrazó con Kenji y dejó en claro quién desea el cruce de argumentos, también puede seguir sumando a favor de la lideresa del fujimorismo.
Sin embargo, luego de estas semanas, se pueden extraer algunas conclusiones de cara a los días de intensa campaña electoral que se avecinan. En primer lugar, la batalla final se desarrollará en los sectores D y E, en donde Castillo ha ganado importantes posiciones. En segundo lugar, la ola anticomunista ha sido definitoria para debilitar el antivoto de Keiko Fujimori, permear los sectores A, B y C, y lograr avances significativos en Lima y el norte del Perú a favor de la lideresa del fujimorismo.
En este contexto, se sigue necesitando la convergencia de dos campañas: la que desarrolla Fuerza Popular para ganar los sectores D y E, y la continuidad e intensificación de la movilización espontánea de las clases medias en contra de la amenaza comunista. De alguna manera, la continuidad del empate técnico ayudará a mantener la movilización de las clases medias en contra de la amenaza colectivista, una movilización que no solo no debe detenerse, sino que debe convertirse en un verdadero tsunami.
A estas alturas el comando de de Fuerza Popular demuestra solvencia y registra pocos errores en el desarrollo de la campaña. Sin embargo, se necesita un verdadero huracán en los sectores D y E. En las ciudades la gente que padece hambre necesita escuchar qué se va a hacer para combatir este flagelo (desde comedores populares hasta programas de empleo), cómo se va a solucionar el problema del agua de millones de ciudadanos y cuál es el plan de emergencia para enfrentar la pandemia y vacunar a la sociedad en el 2021.
En el área rural se necesita con urgencia explicar en detalle la enorme trascendencia histórica de distribuir el 40% del canon regional a las poblaciones y comunidades directamente vinculadas a los proyectos mineros. Una medida que posibilitaría sacar a más de 3.5 millones de peruanos de la pobreza rural e impulsaría el surgimiento de una clase media rural andina.
En cualquier caso, es evidente que la candidatura de Keiko Fujimori está en ofensiva. Sin embargo, la posibilidad del triunfo electoral para las fuerzas que defienden la libertad solo dependerá de librar y ganar las decenas de batallas que restan hasta el 6 de junio. Una movilización que no es de Fuerza Popular, sino de todo el Perú, de todos quienes defienden la libertad. Una verdadera epopeya nacional para garantizar la libertad.
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