La censura del ministro de Energía y Minas, Rómu...
Las fuerzas de oposición del país no deben olvidar que –más allá de la acumulación de errores, divisiones, deficiencias y denuncias en contra del Gobierno de Pedro Castillo, Perú Libre y el Movadef– el país enfrenta la amenaza bolivariana, que se expresa en el objetivo de convocar una constituyente y nacionalizar los recursos naturales. En otras palabras, mal que bien, el Perú está enfrentando “un proceso revolucionario” en el que una minoría, sin respaldo popular, podría hacerse del poder.
Las divisiones dentro de Perú Libre y las corrientes colectivistas solo son elementos de distracción, humo que se lanza a las tribunas, mientras no se defina que la sucesión constitucional de la jefatura de Estado recae en el Congreso. Es decir, la manera directa de evitar la constituyente.
Si estas palabras parecen exageradas debemos recordar cómo se ha destruido el Estado que, si bien era la suma de deficiencias y sobrerregulaciones, era uno que existía y que podía ser reformado para mejor. Luego de cuatro gabinetes designados por Castillo, hoy el Estado está poblado de militantes y activistas de Perú Libre y el Movadef, que están llevando los servicios públicos al colapso general. Ante las dudas, allí están la oleada criminal que se apodera de las ciudades, la conversión de las áreas mineras en zonas liberadas de la Constitución y la autoridad del Estado, y también allí está estrategia de convertir a los valles cocaleros en áreas dominadas por las economías ilegales de la coca. El Estado democrático bajo ataque, podría ser el resumen.
Y, si persisten las dudas, vale señalar que tres décadas de crecimiento y reducción de pobreza han sido detenidos en seco por los anuncios de la constituyente y las nacionalizaciones, en el preciso momento en que el Perú debía crecer por encima del 6% por el alto precio de los minerales en el planeta. ¿Podemos entonces reducir la actual crisis a la simple ineptitud o incapacidad moral para gobernar del presidente Castillo? De ninguna manera.
Por todas estas consideraciones, la unidad de la oposición, dentro y fuera del Congreso, es un asunto de vida o muerte para la defensa de la Constitución y las libertades. La unidad de la oposición ha evitado que el colectivismo asuma la conducción de la mesa directiva del Legislativo, esa misma unidad ha posibilitado archivar y denegar el proyecto de la asamblea constituyente del Gobierno, y ha ratificado el principio constitucional acerca de que cualquier reforma total o parcial de la Constitución debe pasar previamente por el Congreso. Igualmente, esa misma unidad ha posibilitado precisar que sobre las funciones exclusivas y excluyentes del Congreso, el Ejecutivo no puede interponer confianza.
Sin la unidad en el Congreso y sin las masivas movilizaciones ciudadanas, el colectivismo habría tenido el camino libre para convocar la constituyente y modificar el modelo económico,
Seguramente todos tenemos críticas en contra del actual Congreso. Desde las centro-derechas democráticas hasta las centro-izquierdas existen justificadas razones para criticar al actual Legislativo. Sin embargo, no debemos olvidar dos cosas: que estamos salvando la democracia gracias al Congreso y que la única posibilidad de salida a la actual tragedia Castillo, dentro de los marcos de la constitucionalidad, pasa por el Legislativo.
El Perú, la defensa de la Constitución y los pobres, la defensa de las libertades en general, entonces, demanda una amplia convergencia nacional para organizar una transición de la tragedia en que nos ha sumido el gobierno de Pedro Castillo, Perú Libre y el Movadef. En ese sentido, las bancadas del Congreso de orientación democrática están llamadas a formar una nueva mayoría que elija a una junta directiva del Congreso y evite que el colectivismo llegue a la conducción del Legislativo. Ese es el primer objetivo de aquí hacia las próximas semanas.
De otro lado, debe entenderse que una amplia convergencia en contra del colectivismo no se hace solo entre consecuentes y puros, sino también con políticos profanos. ¿A qué vamos? A que en estos días que se acercan debemos volver a valorar la enorme importancia de la unidad en la lucha contra los proyectos autoritarios del Foro de Sao Paulo. No hay otra ruta.
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