Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
Es hora de invertir los razonamientos en el Perú y en vez de pensar desde la capital, desde Lima, debemos imaginar la solución de los problemas nacionales desde la experiencia de las provincias y las regiones. Todos los economistas señalan que en Puno el 90% de las actividades económicas y sociales son informales (únicamente los empleados públicos son formales), que el 43% de la población está debajo de la línea de la pobreza y que cerca del 60% de las familias carecen de agua potable, alcantarillado y acceso a la electricidad. Por otro lado, Puno apenas representa menos del 2% del PBI nacional, como resultado final de la suma de informalidad, pobreza y falta de Estado.
En Puno, pues, han fallado el Estado de derecho, la legalidad y la filosofía de las leyes nacionales. La región altiplánica, entonces, necesita una revolución, una verdadera transformación, que se puede hacer con extrema rapidez si recogemos el espíritu desregulador de la Constitución de 1993. Con un texto bolivariano o colectivista sería imposible siquiera imaginar la propuesta que planteamos a continuación, recogiendo varias iniciativas originadas en la señalada región.
Diversos sectores puneños proponen convertir a toda la región de Puno en zona franca general, en donde se pague 5% por impuesto a la renta como único tributo general. No se trata de la zona de franca de enclave que existe desde el 2006 –es decir, reducida a un área de la región– o algo como la Zona Franca de Tacna (para combatir el contrabando desde Iquique), sino de una región en su totalidad que asume un sistema tributario especial para todas las actividades; exceptuando la gran minería, que mantendría el régimen actual.
No será de extrañar que algunos sectores del país que se resisten a reformar el Estado y reducir el gasto fiscal señalen que esta propuesta es peligrosa para la recaudación fiscal. Pero si la informalidad en Puno llega al 90%, cualquier reforma que incorpore masivamente a la formalidad y a nuevos contribuyentes solo representarán ganancia para el erario nacional.
En el altiplano hay pobreza, es verdad; pero también está repleta de mercados populares y emergentes en Puno, Juliaca y otras provincias. La minería artesanal –hoy en la informalidad– busca diversos caminos para formalizarse, y millones de dólares en contrabando oro pasarán a ser registrados y a contribuir al fisco peruano. El avance de la formalidad permitirá controlar y perseguir a las economías ilegales.
Sin embargo, para que la idea general de una región como zona franca general prospere se necesita que el Estado central, sus vicios y sobrerregulaciones, no se reproduzcan en la nueva región especial. En ese sentido, la formación de empresas y los procedimientos ante los gobiernos central, regional y local deben tener entre tres y cinco procedimientos. Nada más. Por otro lado, la locura socialista de la estabilidad y las leyes laborales nacionales debe ser desterrada para establecer relaciones laborales flexibles, a semejanza de los países desarrollados.
Asimismo, el Ejecutivo, el Congreso, los gobiernos regionales y subnacionales, deben garantizar un shock de inversiones en infraestructuras. En ese sentido, vale destacar el anuncio del sector Vivienda acerca de un préstamo de S/ 1,600 millones del BID para financiar el proyecto integral de agua, saneamiento, drenaje pluvial y planta de tratamiento de aguas residuales, que beneficiará a más de 600,000 habitantes en Puno. Igualmente, se debe garantizar la modernización y el mejoramiento de la carretera que conecta Puno, Arequipa y Cusco para crear un área económica y social en el sur vinculada al turismo en las tres regiones. Finalmente, es urgente culminar la autopista que conecta Juliaca con Puno
Una zona franca general para Puno permitirá recuperar la región para los puneños y el Perú, y alejar los fantasmas de la secesión bolivariana. Por otro lado, si se materializa el proyecto, en una década Puno no será una sociedad con 90% de informalidad sino una con 90% de clases medias, tal como ha sucedido con gran parte del Perú. Asimismo, el Estado habrá elevado a la enésima potencia la recaudación en la región y, de alguna manera, el gran problema que hoy representa Puno se habrá convertido en el punto de partida de todas las soluciones en el Perú, porque el éxito puneño planteará la urgencia de una reforma total de la economía y la sociedad del país.
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