Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
Los especialistas señalan que el Perú tiene una cartera de inversiones mineras que suma más de US$ 62,000 millones (el 80% en cobre). Y no obstante que nuestra economía se contraerá en 15% del PBI y que ya se han perdido alrededor de siete millones de empleos, los radicales antimineros no cejan en su esfuerzo de detener las inversiones mineras.
Lo más grave de todo es que diversos estudios señalan que si el Perú ejecutará seis o siete nuevos proyectos mineros estaría en condiciones de salir con rapidez al frente de la megarrecesión, crecer por encima de los dígitos y reducir la pobreza a menos de 15% de la población. En otras palabras, el país estaría en condiciones de recuperar lo perdido por la pandemia y los errores cometidos por el Ejecutivo en su estrategia de contención de la pandemia.
Entre los principales objetivos del radicalismo está el bloqueo de las inversiones de Toromocho en el centro del país y de Tía María en Arequipa. En la sierra central, la expansión del proyecto de cobre Toromocho en Junín, anunciado para este año, ha sido detenida por colectivos apoyados por oenegés vinculadas al marxismo, autoproclamados dirigentes de frentes de defensa y asociaciones de propietarios de viviendas, supuestamente desplazados.
El proyecto Toromocho deberá levantar las observaciones realizadas en la Modificación del Estudio de Impacto Ambiental (MEIA) relacionados con el reasentamiento de la población (la mayor parte de los pobladores de la antigua Morococha se ha mudado a la Nueva Morococha, en la localidad de Carhuacoto, hace más de siete años), la participación ciudadana (las autoridades municipales promovieron invasiones para aumentar el número de pobladores) y el balance hídrico (el agua subterránea abunda y los bofedales, por las continuas e intensas lluvias, caracterizan a la zona). Inversión y empleos detenidos, que hubieran servido para menguar la crisis.
En el sur –no obstante la paralización del proyecto de cobre Tía María, en Arequipa–, el concesionario Southern Perú mantiene su fe en el país y ejecuta, por intermedio del programa Valle Unido, proyectos de impacto social vinculados con la agricultura, la ganadería, la salud y la educación. Debido a la pandemia de coronavirus, la minera dona 25,000 litros de oxígeno líquido semanales –generados en la fundición de Ilo en Moquegua– a los hospitales de Moquegua y Arequipa. Oxígeno para llenar 17,000 balones grandes, destinados salvar las vidas de personas con Covid-19. Asimismo, la filantropía de la empresa se manifiesta fumigando hospitales, comisarías, calles y parques; instalando surtidores de agua; y donando equipos de protección personal y alimentos.
Como en Toromocho, en Tía María los relatos falsos sobre la minería pretenden confundir a la población. A los agricultores arequipeños les han dicho que los polvos de la mina y las sustancias químicas contaminarán sus sembríos. Asimismo, que el agua para sus regadíos se acabará porque será consumida por la mina. Mentiras que, con el tiempo, la población dejó de aceptar. Las operaciones mineras comenzarán con una profundidad de 150 metros en el “tajo abierto”, para evitar que los polvos alcancen el valle de Tambo. Además, las explosiones –para recoger y trasladar el mineral– se harán a mediodía, cuando los vientos soplan de sur a norte (las operaciones mineras se ubican al norte del valle). Asimismo, la producción de cobre será por lixiviación, en canchas impermeabilizadas para evitar filtraciones. Sobre el consumo de agua, Southern instalará una planta de desalinización de agua de mar para sus operaciones.
Los peruanos de buena voluntad colaboran con la sociedad y se hacen cargo de las demandas generadas por la pandemia del coronavirus. No obstante esta difícil situación, el comunismo continúa con su plan de desestabilización de Tía María y Toromocho, y también de diversos proyectos hídricos (como Majes Siguas II), para desestabilizar la economía peruana.
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