Petróleo en su momento más oscuro

Según Bloomberg, la publicación internacional sobre mercados y negocios, 117 barcos cargueros de petróleo –cado un con dos millones de barriles– se dirigen a China. Treinta días atrás el gigante asiático, en medio de la pandemia mundial del Covid-19 y la caída histórica del precio del barril, compró petróleo a precio regalado para procesar en sus refinerías y aumentar su capacidad energética.

Hace más de un mes, la caída del precio del petróleo en los mercados mundiales provocó la paralización de refinerías y proyectos de exploración y explotación en todo el mundo. A la estrategia geopolítica de comienzos de año de los países productores de petróleo se sumó la pandemia del coronavirus que, simplemente, colapsó a la industria petrolera. 

El resultado fue la sobreproducción de crudo y combustibles derivados de petróleo por el desplome de la demanda, ante la disminución de los vuelos internacionales de pasajeros, del transporte de mercadería por buques de carga y del transporte de vehículos públicos y privados. En la práctica, las petroleras pagaron a los buques cisterna para vaciar sus tanques de almacenamiento.   

La suma de todas estas adversidades determinó que el precio del barril de petróleo se desplomara: US$ -35.00, 300% menos. No había espacios para almacenar el petróleo en West Texas Intermediate (WTI). Frente a las costas de California se estacionaron decenas de buques petroleros esperando órdenes de desembarco que no llegaban. Imágenes satelitales mostraron cientos de embarcaciones varadas en los mares, esperando compradores de crudo y combustibles. China aprovechó la oportunidad y compró el crudo de las embarcaciones (230 millones de barriles de petróleo), a un 300% menos del valor real.    

Sobre este fenómeno único, de cargueros de petróleo sin órdenes para desembarcar, Enrique González, consultor internacional de hidrocarburos, señala que los buques tienen medidas extremas de protección para evitar problemas ecológicos y preservar el petróleo. Un nuevo reto para la ingeniería y seguridad en tiempos de pandemia. “Existe la posibilidad de una biodegradación a gran escala del petróleo de los tanques varados. Esto porque el petróleo es un combustible orgánico compuesto por hidrógeno, carbono y oxígeno”, señala González. 

En la industria de los hidrocarburos se utilizan agitadores de ambiente para evitar que, por el efecto de recipientes de confinamientos defectuosos, el petróleo almacenado inicie procesos de descomposición al entrar en contacto con el oxígeno. “En tierra y mar hemos realizado con bastante éxito prospecciones de fluidos para evitar el daño del combustibles almacenado por efecto de reservorios fallados”, sostiene el consultor. 

La industria de los hidrocarburos es golpeada duramente por la pandemia del coronavirus. En Perú, por ejemplo, la pandemia detuvo las operaciones en el Oleoducto Norperuano (ONP). Una de las regiones más afectada en el Perú es Loreto, por la evidente caída del canon petrolero; un área que hoy es duramente golpeada por la pandemia. En el mundo, miles de puestos laborales se perdieron y numerosos trabajadores quedaron varados en instalaciones confinadas y apartadas para evitar ser contagiados en sus viajes de retorno. Petróleos Mexicanos (Pemex), que había anunciado nuevas inversiones para este año, ha sido una de las empresas más golpeadas en la región. La producción de sus refinerías no tiene mercado y sus tanques de almacenamientos están al tope de su capacidad. 

No obstante, las crisis generan oportunidades. El Ejecutivo peruano debería ofrecerle al sector petrolero una norma simple de exploraciones petroleras en aguas profundas. La disposición debería reducir los trámites y los estudios técnicos. Para avanzar en exploraciones bastaría una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) en lugar de los Estudios de Impacto Ambiental (EIA), de los cuales están repletos los ministerios correspondientes. Si se reforma la legislación, cuando termine la pandemia el Perú volverá a ser un país atractivo para inversiones en este sector.