Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
En medio de la fragmentación de las bancadas del Congreso, las centro derechas han desarrollado una política de alianzas que les permite conducir la mesa directiva del Legislativo. Sin embargo, en ese camino han cedido algunas comisiones fundamentales a las izquierdas, tales como las de Educación y de Trabajo, por ejemplo. Semejante estado de cosas nos lleva a formular una interrogante acerca de si la mayoría del Congreso se atreverá a desarrollar algunas reformas mínimas que relancen el modelo económico del país.
El Congreso debería enviar una notificación al país y al mundo señalando que los intentos de Pedro Castillo de desmontar la institucionalidad económica han terminado. Uno de los intentos del Gobierno pasado se materializó en la promulgación de los decretos laborales del Ministerio de Trabajo (MTPE), que prohíben la tercerización laboral; que, igualmente, fomentan la sindicalización artificial en fábricas, sectores económicos y grupos empresariales, y que liberalizan el derecho a huelga. Las señaladas normas pretenden promover la guerra de clases entre empresarios y trabajadores bajo el evangelio marxista acerca de que “los trabajadores crean la riqueza y los empresarios los explotan”.
No obstante, ni en el Ejecutivo ni en el Congreso, al parecer, existe voluntad de derogar estas normas para no aparecer defendiendo “los intereses del empresariado”. Semejantes dudas y vacilaciones en los políticos revelan que, de una u otra manera, están colonizados mentalmente por los sectores comunistas y progresistas del país; por otro lado, desnudan el total desconocimiento del papel que juega la economía, la inversión privada y el crecimiento en la defensa de la democracia. Derogar los decretos laborales de Castillo, en el preciso momento en que el país se estabiliza institucionalmente, permitiría enviar una poderosa señal a favor de la inversión en los mercados. Los políticos no entienden la importancia de este tema.
Algo parecido sucede con el silencio y la indiferencia ante la urgente necesidad de restablecer la vigencia de la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360), que fue absurdamente derogada por el gobierno provisional de Francisco Sagasti y la también provisional conducción del Congreso de Mirtha Vásquez. Unas decenas de radicales bloquearon la Panamericana Norte en busca de violencia y muertes, y lograron la derogatoria de una de las mejores leyes de la historia republicana.
¿Por qué una de las mejores normas del país? La Ley 27360, o Ley de Promoción Agraria, establecía un régimen tributario promocional en el que se pagaba 15% en impuesto a la renta. Los enemigos de la inversión privada sostuvieron que se atentaba contra la recaudación fiscal. Sin embargo, en dos décadas de vigencia de la norma derogada las agroexportaciones se incrementaron de US$ 651 millones a más de US$ 10,000 millones en el 2022. ¿Cómo se puede reducir la recaudación fiscal si, de todas maneras, la masa imponible se multiplicó? Pero lo más impresionante es que durante esos años se captaron más de US$ 20,000 millones en inversiones y las empresas no cesaban de reinvertir sus utilidades, hasta la inexplicable derogatoria de la ley promotora.
Igualmente, la Ley 27360 establecía un régimen de flexibilidad laboral que posibilitaba contratar de acuerdo a la estacionalidad de la agricultura: siembra, mantenimiento y cosecha. Algunas empresas llegaban a contratar entre 15,000 y 20,000 trabajadores por campaña. Y el empleo formal creció de 460,000 entre directos e indirectos en el 2004 hasta más de un millón entre directos e indirectos en la actualidad. Por otro lado, la pobreza en las regiones agroexportadoras descendió muy por debajo de la media nacional.
En este contexto, es necesario interrogarse sobre por qué los políticos del Ejecutivo y del Congreso no se atreven a derogar las normas laborales de Castillo y a restablecer la ley agraria derogada por el progresismo. Siguen aterrados por el temor de que los califiquen como proempresa, cuando definirse como proempresa, y fomentar la inversión privada y la innovación, explica el desarrollo de las sociedades. Una locura.
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