Minería y agroexportaciones, locomotoras de la economía nacional

Según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) las exportaciones del Perú en el 2023 sumaron US$ 64,355 millones representando un incremento de más del 1% con respecto al año anterior. Semejantes cifras son un récord histórico en nuestros envíos al exterior, no obstante la ralentización del crecimiento que se registra desde el 2014 y pese también a la recesión económica del año pasado, luego de dos años consecutivos de caída de la inversión privada.

Según el Mincetur los récords alcanzados en las exportaciones se explican por el incremento de más del 11% en la venta de minerales, que llegó a sumar más de US$ 40,000 millones. Igualmente, las agroexportaciones crecieron en 4.2% alcanzando la cifra histórica de US$ 10,134 millones.

Otro de los hechos destacados por el Mincetur es que más de la mitad de las exportaciones en minerales corresponde a los envíos de cobre. El metal rojo representó US$ 23,005 millones en ventas al exterior, una cifra 25 veces superior a las exportaciones de cobre registradas a inicios del presente siglo. No es necesario entonces abundar en mayores detalles para señalar categóricamente que la minería y las agroexportaciones son columnas principales de la economía nacional.

En este contexto, nadie exagera cuando sostiene que, a pesar de todos los procesos en contra del crecimiento generados desde el Estado burocrático, la minería y las agroexportaciones siguen desarrollando una poderosa inercia por las inversiones de algunos años atrás. ¿Por qué es necesario establecer estas precisiones? Porque en los últimos años no se conocen nuevas inversiones en ambos sectores debido a la crisis política, la llegada al poder de Pedro Castillo y la extrema burocratización del Estado.

En la minería, por ejemplo, la última megainversión conocida es la de Quellaveco, que se explica por la maduración de años anteriores. Sin embargo, a pesar de que el Perú es el tercer país del planeta con mayores reservas de cobre y a pesar de los inmejorables precios de este metal, no existe en cartera una nueva megainversión en el país, tal como sucedía en quinquenios anteriores. La pregunta que emerge es, ¿cuánto representarían las exportaciones en minerales si los sectores anti inversión no hubiesen detenido el avance de la minería en el Perú? Desde el 2014, los casos emblemáticos de Tía María en Arequipa y Conga en Cajamarca grafican claramente cómo los sectores antisistema detuvieron la minería.

Algo parecido sucede con las agroexportaciones. Desde la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria por el gobierno provisional de Sagasti, aproximadamente se han perdido inversiones en cerca de 30,000 nuevas hectáreas. No hay nuevas empresas que se animen a invertir frente a la eliminación de la flexibilidad laboral en los contratos de trabajo y la instauración de una legislación que promueve la sindicalización, la estabilidad laboral y fija un salario sobre la remuneración mínima nacional.

Frente al intento de colectivizar las relaciones laborales, todos los proyectos de inversión se han detenido o cancelado. Sin embargo, a pesar de tener todo en contra, el año pasado las agroexportaciones registraron un máximo histórico por la inercia de las inversiones previas.

Por todas estas consideraciones, los sectores que defienden la Constitución y la economía de mercado deberían poner un esfuerzo muy especial en la defensa de la minería y las agroexportaciones. Asimismo, el Ejecutivo y el Congreso deberían focalizarse en desmontar todas las sobrerregulaciones en contra de estos sectores y deberían apuntar a restablecer el Estado de derecho y el principio de autoridad en contra de sectores que buscan bloquear proyectos o derogar normas promocionales.