Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
En el Perú del total de tierras dedicadas a la agricultura alrededor del 95% del total es conducida por minifundistas con predios de menos de 5 hectáreas. En el 5% restante, es decir, en alrededor de 250 mil hectáreas se desarrolla el milagro agroexportador que, de una u otra manera, fue detenido en su vertiginoso crecimiento por el gobierno provisional de Francisco Sagasti cuando se derogó la ley de Promoción Agraria, ley 27360.
¿Cuál es la diferencia entre estos dos sectores? El 63.9% de los minifundistas –según el libro Agro. La gran apuesta del Perú de Gabriel Amaro– se ubica en la sierra, el 20.3% en la selva y el 15.8% restante en la costa. La mayoría de los minifundios se desarrollan como agricultura familiar, de sobrevivencia y generan pobreza.
De otro lado, en apenas el 5% de las tierras dedicadas a la agricultura se ha desarrollado un milagro que, en dos décadas, ha incrementado las agroexportaciones nacionales de US$ 651 millones a más de US$ 10,000 millones, se han captado más de US$ 20,000 millones en inversiones, se produjo el mayor proceso de reinversión de utilidades de la historia nacional y el empleo se formalizó en más del 100%. E, igualmente, la pobreza descendió en las regiones agrarias por debajo de la media nacional. Por ejemplo, el promedio de pobreza nacional está cerca al 30%, mientras que, en Ica, región agroexportadora emblemática, este flagelo está por debajo del 6%.
¿Por qué la mayoría de los agricultores está en pobreza mientras que una pequeña franja de tierras ganadas al desierto prospera, se desarrolla, crea riqueza y construye clases medias agrarias? Aquí las mentiras y las leyendas marxistas sobre “la explotación de los ricos y empresarios” no tienen posibilidad alguna. ¿Cómo así la prosperidad en el 5% de las tierras de la agricultura va a explicar la pobreza del 95% restante? Imposible. En el Perú lo menos que hay es concentración de tierras. Hay una agricultura moderna del siglo XXI y una agricultura tradicional de siglos pasados.
La agricultura moderna se convirtió en un milagro que el mundo admira, porque –en gran mayoría– se desarrolló sobre tierras ganadas al desierto a través de proyectos hídricos nacionales. En esta nueva frontera agrícola el Estado definió claramente los derechos de propiedad y la vigencia de las leyes y contratos y la Constitución, la ley de Promoción Agraria y los 24 tratados de libre comercio, construyeron el Estado de derecho. Sobre este escenario se invirtieron más de US$ 20,000 millones y el boom agroexportador.
En los minifundios, por el contrario, la característica es la ausencia de derechos de propiedad, la imposibilidad de establecer contratos, conseguir créditos y, de otro lado, el Estado también ha fracasado en proveer la infraestructura hídrica para el desarrollo de los minifundios. De una u otra manera, en la mayoría de las tierras del Perú no hay Estado de derecho, no hay infraestructura legal ni física. Y, por otro lado, la falta de derechos de propiedad anula cualquier estrategia de asociatividad de los parceleros para crear economías de escala sobre la tierra.
Finalmente, un dato relevante: casi el 80% de empresas agroexportadoras son pequeñas y medianas enganchadas a cadenas agroexportadoras. Es decir, la gran agroexportación es una locomotora de los minifundios cuando hay derechos de propiedad ¿A dónde nos llevan estas reflexiones? La única salida para el minifundio pasa por la posibilidad de extender los beneficios de los que goza la agroexportación: mercados de más de 5 millones de consumidores, Estado de derecho, derechos de propiedad y asociatividad e infraestructuras hídricas. En la agroexportación las infraestructuras son construidas básicamente por los privados -luego de la habilitación y venta de tierras-, mientras que en los minifundios el Estado está obligado a asumir un rol compensador en la lucha contra la pobreza.
Sin embargo, el proyecto de extender el milagro agroexportador a todos los agricultores pobres del país ha sido bloqueado con la derogatoria de la ley de Promoción Agraria por el gobierno irresponsable de Sagasti. Hoy los agricultores pobres ya no tienen flexibilidad laboral para desarrollar estrategias asociativas, no tienen un sistema tributario promocional. Únicamente les resta la informalidad y la pobreza.
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