Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
En el Congreso de la República, el dictamen del Proyecto de Ley Nº 2550/2017-CR, Ley de Incentivos para las Plantaciones Forestales, presentado por el congresista Federico Pariona (de la bancada Fuerza Popular), retornó del pleno a la Comisión Agraria. El proyecto busca promover inversiones públicas y privadas en plantaciones forestales con fines de protección y producción de madera. No obstante todos los beneficios que se pueden obtener por intermedio de esta ley, la izquierda antidesarrollo, representada en el Congreso, se opone a la iniciativa. ¿Acaso los marxistas no se proclaman abanderados del medio ambiente y de las demandas de los pobres?
Los congresistas del Frente Amplio y de Nuevo Perú han señalado que el proyecto sirve para favorecer a las empresas. Incluso han sostenido en el pleno que el mencionado proyecto de ley “atenta contra la seguridad alimentaria del país”. Tremendas mentiras y leyendas del marxismo anticapitalista, cuyo objetivo principal es detener el desarrollo social y económico del país a como dé lugar. La izquierda antiperuana parece jugar a favor de los intereses extranjeros. No es posible que los éxitos de las actividades forestales chilenas, con solo cerca de tres millones de hectáreas de bosques, sean largamente superiores a los peruanos, con 11 millones de hectáreas de bosques. Según el Instituto Forestal de Chile, el país del sur exportó US$ 6,400 millones en el 2018.
De acuerdo al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), en el Perú la caída de las exportaciones de madera se agudiza desde el 2014, pasando de US$ 171 millones en ese año a US$ 122 millones en 2017. Con semejantes resultados, la industria forestal representa “apenas 0.3% de las exportaciones totales peruanas”. Según el Centro de Comercio Exterior (CCEX) de la Cámara de Comercio de Lima, en 2018 apenas crecimos cerca de 1% en el sector.
Según La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cinco millones de hectáreas están disponibles en Perú para el desarrollo forestal. Para César Paredes Piana, consultor en temas relacionados con la agricultura y forestación, lo primero que se debería hacer es reforestar las zonas afectada por la minería ilegal. “Hay que recuperar los suelos afectados”, dice el especialista.
En este contexto, el reto es grande. Para el desarrollo forestal peruano se debería plantar árboles maderables como shihuahaco, tornillo, caoba, cedro, pumakiro y la exótica melina, entre otros, para brindarle una nueva actividad económica a las comunidades. Paredes propone crear un programa nacional de forestación, dependiente de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) o del sector Agricultura (Minagri), con un presupuesto en que el 85% se destine a inversiones y solo 15% a gastos corrientes y burocracias. Hoy sucede al revés.
César Paredes señala que la finalidad del proyecto es ampliar la extensión de los bosques en Perú sin afectar los territorios cultivables. “Los árboles deben ser plantados en las laderas afectadas por la erosión, en los suelos degradados, en las denominadas cabeceras de cuenca, alrededor de las fuentes de agua y en donde no exista vegetación arbórea ni arbustiva” señala el especialista. Además indica que, en promedio, el 60% del territorio nacional son bosques, y que aproximadamente el 85% de este territorio pertenece a las comunidades campesinas y nativas. El resto del área forestal es propiedad de pequeños parceleros.
En este contexto, si la inversión privada está dispuesta a invertir a gran escala en el sector forestal —que es lo deseable—, el Estado debería sanear los títulos de propiedad de las comunidades campesinas y nativas e incentivar ideas relacionadas con la asociatividad para entenderse con los inversionistas.
Mientras la izquierda anti desarrollo se opone a las inversiones forestales, los taladores ilegales y los contrabandistas se apoderan de extensos territorios liberados por la criminalidad. Y el Estado peruano renuncia a su autoridad en esos lugares. Los inversionistas son sometidos y los nativos tratados, incluso, como esclavos; y en ocasiones, asesinados impunemente por el crimen organizado. La explicación: la falta de Estado y de inversiones y la ausencia de voluntad de incorporar a los excluidos.
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