Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
Durante el desarrollo de su campaña electoral, que lo llevó al triunfo en las primarias PASO de Argentina, al candidato Javier Milei se le solía preguntar qué iba a hacer con los ministerios de Educación, Salud, Trabajo, y de la Mujer, entre otros, y él respondía que los iba a cerrar para que todas sus funciones y objetivos fuesen desarrollados por un Ministerio del Capital Humano. Y luego agregaba que alrededor del 70% del crecimiento y la productividad de las economías dependían del capital humano.
La importancia de esta tesis de Milei reside en que en el Perú y en América Latina se cree que el capitalismo se focaliza en la explotación de los recursos naturales y en la “extracción de la plusvalía” (explotación) de los trabajadores de parte de los empresarios. Sin embargo, es incuestionable que en las últimas décadas países como Japón, Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong, han alcanzado el desarrollo en base a la permanente innovación tecnológica y digital. Es decir, porque contaban con una mano de obra calificada de primer nivel, capaz de innovar en el curso de la IV revolución industrial y competir en los mercados mundiales.
Los mencionados países asiáticos, en muy pocas décadas –a diferencia de los dos siglos que le demandó a Occidente– lograron el desarrollo, sobre la base de una gran inversión en capital humano: reforma de la educación, reforma del sistema de salud y protección extrema a la niñez.
Planteada las cosas así, en el Perú se ha dejado de crecer y se corre el riesgo de ser una sociedad que aumente la pobreza por falta de capitalismo. Algo parecido sucede en América Latina. Es decir, la región ha dejado de crecer por falta de capitalismo, de inversión en capital humano, porque este factor de la productividad (la combinación de factores para crecer) representa más del 70% del crecimiento. O si se quiere, la mayor parte del crecimiento.
¿Qué se pretende señalar con semejante tesis? Que si bien es cierto que la Constitución de 1993 y las reformas económicas de los noventa acabaron con el Estado empresario, privatizaron empresas, desregularon precios y mercados y liberalizaron el comercio exterior, ahora ya no se puede seguir creciendo con esas reformas: se necesita capital humano para complejizar y diversificar la producción y la exportación nacional. Y es allí en donde los gobiernos de las últimas dos décadas no han invertido nada.
Por ejemplo, desde hace alrededor de cinco años, más del 43% de los niños en el país están afectados por la anemia; una cifra aterradora que destruye las posibilidades de las nuevas generaciones en pobreza. La anemia, según los especialistas, causa un daño irreversible a las capacidades cognoscitivas del infante. En otras palabras, condena a la niñez pobre a una educación mediocre, sin competitividad y, por lo tanto, perpetúa la pobreza en los sectores excluidos. ¿Cómo una sociedad que ha cuadriplicado su PBI en las últimas tres décadas puede mantener a más del 43% de niños con anemia? ¿Por qué el Estado no reforma el sistema de salud si está repleto de recursos con los impuestos que pagan los privados?
Algo parecido sucede en la educación, en donde los sectores comunistas y progresistas han priorizado la ideología antes que la reforma meritocrática de la docencia. El colectivismo manejó la educación en las últimas décadas, imponiendo el adoctrinamiento o la ideología de género para justificar el papel de las oenegés. Y en la última Prueba PISA (del 2018), el país quedó por los suelos. El Perú ocupó el puesto 64 de 77 países evaluados, pero quedó en último lugar de los estados sudamericanos que se sometieron a la evaluación.
El frenazo económico y el aumento de pobreza que flagela al país no solo se explican por el agotamiento de las reformas de los noventa, por la involución burocrática y las sobrerregulaciones del Estado, que lo convierte en principal enemigo de la inversión, y por la constante campaña de los sectores anticapitalistas en contra del sector privado, sino también por la falta de capitalismo, por la falta de inversión y reformas en los sectores vinculados a la creación de capital humano. Vistas las cosas así las reformas de la educación y la salud lo representan todo.
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