Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
No obstante las dificultades, las perspectivas de producción de litio peruano son alentadoras. Después de la cuarentena por la pandemia del coronavirus el proyecto de litio de Falchani, en Puno, ha retomado sus actividades de exploración e implementado los procedimientos para conseguir la licencia de producción.
El litio de Puno, a cargo de la canadiense Macusani Yellowcake SAC, será recuperado en 99.72% de las rocas del yacimiento de mil hectáreas. Asimismo, durante la producción de litio se hallarán otros minerales, como aluminio y potasio. Del mismo modo, otros minerales radiactivos valiosos –como cesio y uranio, que hasta ahora están sin normatividad de parte del Ministerio de Energía y Minas– para producción, almacenamiento, transporte y comercialización.
Debido al coronavirus las actividades en Falchani estuvieron detenidas porque, como medida de protección, se cerraron los accesos a las comunidades cercanas al proyecto. Ulises Solís, gerente general de la minera canadiense, informa que se producirá 60,000 toneladas de carbonato de litio durante los tres primeros años de producción, y que se llegará hasta 100,000 toneladas, o más, en los 54 años de vida útil del proyecto. Asimismo, anunció la postergación del inicio de las actividades productivas hasta el 2023. La pandemia afecta el proceso de elaboración y presentación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y otras actividades de exploración en nuevas áreas, así como los estudios técnicos.
Por otro lado, no obstante todo lo avanzado, en Argentina –importante productor de litio y fabricante de vehículos eléctricos, de tecnología argentina, con baterías de litio–, el ambientalismo ideológico ha puesto en la mira a este valioso mineral. Las dirigencias vinculadas al marxismo han iniciado campañas de hostilización con el fin de detener la producción de los yacimientos de litio en Salinas Grande y Laguna de Guayatayoc, ubicados en la provincia de Jujuy, al norte del país.
Para los antimineros argentinos la producción de litio supuestamente absorberá toda el agua subterránea disponible, que los pobladores utilizan para consumo doméstico y actividades ganaderas. Este es el mismo relato fantasioso que se difunde en los Andes, de sur a norte, sin sustento técnico y sin considerar los proyectos hídricos para acumular agua de lluvia y evitar su desperdicio en el mar. El ambientalismo ideológico argentino también ha creado mitos y leyendas destinados a empobrecer a la población con la finalidad de hacerla dependiente del Estado.
El mismo plan socialista está en marcha en toda la región Latinoamericana. En lugar de emprender nuevas posibilidades de desarrollo sustentadas en el aprovechamiento de los recursos naturales de manera responsable, en los poblados cercanos a Jujuy se inculcan supuestos compromisos ancestrales de cuidado de los salares, como si fuera un mandato divino.
Vale señalar que para producir litio argentino es necesario extraer aguas subterránea y depositarlas en canchas impermeabilizadas para, después de la evaporación del agua, obtener en la superficie impermeabilizada una solución de lito altamente concentrada. Según se ha calculado, se necesitan 30,000 litros de agua para procesar una tonelada de carbonato de litio.
Según un reciente informe de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) la producción de litio en 2030 alcanzará las 1,793 toneladas, dejando bastante atrás las 323,000 toneladas producidas en 2019. Hasta el momento Australia lidera la producción de litio con un 48% del total, seguido de Chile con un 29%. El litio es el oro blanco de la Cuarta Revolución Industrial, importante para sacar de la pobreza a Bolivia, Argentina y Perú. Las posibilidades del litio son múltiples, especialmente para la fabricación de baterías para distintos usos, desde telefonía, equipos espaciales y paneles solares hasta vehículos eléctricos de toda clase. Se estima que en los próximos diez años el 79% del transporte vehicular será eléctrico, con baterías de litio.
El ambientalismo ideológico argentino y los antimineros peruanos, que se oponen a la producción de cobre, son una fuerza letal contra la disminución de la pobreza y el desempleo. No hay coincidencias ni hechos aislados en sus acciones. La agenda del marxismo del siglo XXI es clara y está en marcha: extender la conciencia anticapitalista en la población, profundizar las contradicciones sociales y destruir los medios de producción. Son relatos edulcorados y conmovedores que esconden intenciones políticas.
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