Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
Luego de la censura de la ministra de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), Betssy Chávez, quizá nada cambie, como se suele decir, bajo el sol. El gobierno de Pedro Castillo y de Perú Libre, más allá de la suma de ineficiencias e incapacidades, está cargado de un doctrinarismo dogmático que hace imposible imaginar una reforma laboral a favor de la inversión, la productividad y la creación del empleo.
Vale recordar que el programa laboral de la ministra censurada se basaba en la llamada “Agenda 19”, un programa de reformas legales que buscaban estatizar las relaciones laborales, eliminar cualquier rastro de flexibilidad laboral y convertir a los trabajadores en “los héroes” del mundo laboral, mientras los empresarios eran considerados una especie de “villanos, explotadores y chupasangres”. Se ignoraba que en el Perú –como en cualquier país medianamente viable– el sector privado aporta el 80% de los ingresos fiscales y provee más del 80% del empleo.
En ese contexto, se proponía un nuevo código laboral que sobrerregulaba los contratos de trabajo y convertía a los sindicatos y las negociaciones por rama en actores determinantes. Se desconocía que más del 85% del empleo es informal, precisamente porque la mayoría de pequeñas y medianas empresas de la economía no pueden pagar los altos costos laborales y de la formalidad. Igualmente, en el MTPE se había incrementado el sueldo mínimo vital y se había derogado la tercerización laboral sin consultar con el Consejo Nacional de Trabajo (entidad tripartita conformada por el Estado, los trabajadores y los empresarios).
El Gobierno de Castillo avanzaba, entonces, en una dirección absolutamente contraria de una verdadera reforma laboral para crear empleo de calidad y elevar la productividad de las empresas. ¿Cuál es la clave de una reforma laboral de cara al futuro? Hay una sola respuesta: la flexibilidad laboral.
Según todos los reportes mundiales, Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda son los países con mayor flexibilidad laboral y apenas tienen 3% de desempleo. Igualmente, Estados Unidos tiene una gran flexibilidad laboral y el desempleo solo alcanza el 5% . Una de las características de los países con flexibilidad laboral es que la creación, el desarrollo y muerte de empresas es un fenómeno permanente. Y lo más importante: existe tanto empleo que los trabajadores con mediana calificación deciden en dónde y cómo trabajan.
En el Perú, por ejemplo, en la legislación general de trabajo el contrato de un trabajador representa alrededor de un 50% sobre el total del salario. Es decir, si un trabajador gana S/ 1,000 el empleador debe pagar más de S/ 1,500 soles (una CTS por año de trabajo, dos gratificaciones y vacaciones pagadas de 30 días). En otras palabras, costos inalcanzables para cualquier emprendedor.
En Estados Unidos, por el contrario, un contrato laboral es absolutamente flexible y cesa luego de tres advertencias del empleador. En otras palabras, flexibilidad absoluta para facilitar las inversiones. El costo de un trabajador, por otro lado, no sobrepasa el 20% del salario.
En cuanto al sistema previsional, el empleador paga 6.2% y al trabajador se le descuenta una suma similar. En el caso del Medicare (seguro de salud) el empresario y el trabajador pagan 1.45% respectivamente. El seguro de desempleo varía de acuerdo a los estados de la unión. Pero he aquí algo a tener en cuenta: las vacaciones anuales de los trabajadores suman siete días hasta los 5 años de permanencia en el trabajo; 15 días luego de diez años y así sucesivamente.
La legislación laboral en los Estados Unidos es pro empresa, es pro capitalista. De allí la gigantesca oferta de empleo que hace que los trabajadores se conviertan en dueños de su futuro, y que motiva a miles de latinoamericanos a emigrar al gigante del norte.
En el Perú, antes de la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria –que establecía un régimen de flexibilidad laboral– en algunas regiones agroexportadoras casi se llegaba al pleno empleo y los trabajadores decidían en qué empresa trabajar. La inversión y el empleo fluían de tal manera que la pobreza en esas regiones estaba por debajo de la media nacional.
Las cosas entonces están claras: flexibilidad laboral para favorecer a los trabajadores.
COMENTARIOS