Iván Arenas
¡Ya hubo un Donald Trump en 1964!
Barry Goldwater, el extremista que perdió la elección frente al demócrata Lyndon Johnson.
Su nombre fue Barry Goldwater, candidato republicano en 1964 contra el demócrata Lyndon Johnson. Y como si se tratase de un mal déjà vu, o como si la historia se repetiría como comedia o tragedia, hoy —luego de 52 años— desde las cavernas republicanas alejadas de los viejos principios fundacionales, aparece un magnate llamado Donald Trump. Por supuesto que Barry Goldwater perdió la elección de forma estrepitosa frente a Johnson. Fueron 44 estados de la Unión los que votaron por el demócrata y solo seis por el republicano. En términos futboleros fue una goleada histórica, vergonzosa para los republicano: 61% para Johnson y solo 39% para Goldwater. De paso, los demócratas obtuvieron en el Congreso una mayoría aplastante, como en 1931.
En enero pasado un Donald Trump jactancioso decía lo siguiente: “yo podría plantarme en la Quinta Avenida y disparar a alguien y no perdería votos”. Es cierto, Trump derrotó por largos tramos a Ted Cruz, Marco Rubio, Jeb Bush y otros más. Los derrotó como Goldwater consiguió la nominación, apabullando a los sectores más liberales y centristas (como los Rockefeller). La crudeza de sus opiniones, el racismo sin hipocresía, la malcriadez de su elocuencia y las ráfagas de insultos al adversario son las características que unen a Goldwater y Trump. En ambos, la centralidad, la pausa y la reflexión son valores que no se conocen. No hay tiempo para aquello. Como Goldwater, Trump jamás entenderá las ventajas del silencio.
Trump acaba de insultar a una “family Goldstar” de raíces musulmanas. Una “familia estrella dorada”, cuyo hijo se batió y murió en Irak para defender la causa bélica de los halcones de Washington. Y si hay una cosa que conmueve a los republicanos es el respeto a la memoria de los caídos por la Unión. Con Trump, sin embargo, ni siquiera hay ese respeto. Tampoco lo hubo con Goldwater cuando se atrevió a votar en contra de la Ley de los Derechos Civiles en 1964, la ley contra el racismo. De allí que un jefe de la organización terrorista llamada Ku Kux Klan convocara a votar por el republicano. Suena a horror, ¿verdad?
No obstante, las diferencias siempre existen;aunque sean pequeñas o mínimas. Donald Trump es un conservador cuya propuesta ideológica y programática está a años luz de la de Goldwater. El primero quiere cerrar las puertas de su país, es un conservador neto, odia los tratados de libre comercio; pero no quiere reducir el Estado ni el gasto público. El segundo, o sea Goldwater, era un liberal anti Estado, un cruzado contra todo lo que represente gasto estatal, impuestos y programas sociales. Trump ama a Putin, Goldwater odiaba a los rusos.
¿Hillary Clinton puede ganarle a Trump en noviembre, como Johnson lo hizo con Goldwater? Sí, aunque Clinton sea una mala candidata. Pero será imposible que logre una amplia mayoría en la representación congresal, como en 1964. Que el estilo importa es cierto, y tanto Goldwater como Trump vendieron una nación en ruinas, negativa, aciaga. Hillary —como lo hizo Johnson— ¿podrá proyectar la imagen de una nación poderosa, la nación del sueño americano? Creemos que no.
Iván Arenas
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