Heriberto Bustos
Una oportunidad para frenar la corrupción
Las elecciones regionales y municipales del 2 de octubre
Para muchos peruanos es conocido que la legitimidad de las instituciones públicas está siendo afectada por una serie de hechos deshonestos, que se manifiestan en la corrupción de algunos funcionarios. Esto viene mermando la confianza de los ciudadanos en las personas que los gobiernan, y en las instituciones responsables de manejar el bien común por los carriles de la honestidad. Una cuestión que va tomando cuerpo al extremo de afirmarse en el principal poder del Estado, nos referimos al Ejecutivo, teniendo en el mismísimo presidente y su entorno familiar. Este mal va creciendo sin que otras instancias (afectadas también por esta calamidad) asuman seriamente la tarea de poner freno e iniciar el proceso de su exterminio.
La inoperancia de las instituciones responsables del seguimiento y sanción de estas actitudes –y el comportamiento que los ciudadanos asumimos al mirar de reojo esta situación– constituye un accionar cómplice que ahonda más la desconfianza. No solo en la institucionalidad democrática, sino en nosotros mismos, que somos asaltados por el temor y la inacción. En estas condiciones, irrumpen como llamada de atención las afirmaciones de la política Judía Bess Myerson: “El cómplice del crimen de la corrupción es generalmente nuestra propia indiferencia.”; y del político Indio: Kamal Haasan “Cuando no tomas una postura en contra de la corrupción, tácitamente la apoyas”.
En ese contexto, una oportunidad excelente de ejercicio ciudadano son las elecciones para gobernadores regionales y alcaldes provinciales y distritales. Un proceso en el cual se viene manifestando un comportamiento particular de buen porcentaje de pobladores que, asumiendo una especie de autocrítica en cuanto a decisiones en el acto electoral (votar), vienen exigiendo” una mayor información sobre las propuestas y el perfil de los candidatos. Esta demanda ha sido asumida por muchas instituciones, tanto académicas como gremiales, que toman la iniciativa de convocar a los candidatos a gobernador regional como a las alcaldías.
Se han realizado diversos debates que, al combinar preguntas sobre propuestas sectoriales y aspectos relacionados con actitudes personales vinculadas con la corrupción, van despertando el interés por tener una mejor información. Luego de varias frustraciones nacionales, regionales y locales, los peruanos tienen una interesante inclinación a las propuestas y perfil de los candidatos, a fin de decidir seria y conscientemente su voto, afirmando su rol ciudadano al coincidir con lo señalado por Kofi Annan: “Si la corrupción es una enfermedad, la transparencia es una parte medular de su tratamiento”.
De modo que las elecciones que se avecinan, y vienen movilizando políticamente a muchos peruanos, se presentan como una oportunidad para conocer mejor a los candidatos. También para vigorizar a las organizaciones políticas que, tras haber dejado de lado propuestas ideológicas y consiguientemente programáticas, anidaron y posibilitaron en su interior el abordaje de prácticas deshonestas en el manejo del bien común, perdiendo su esencia política.
Sabiendo que las oportunidades no se presentan constantemente, resulta necesario reconocer el resurgimiento de voluntades por asumir acciones de control contra la corrupción en el sector público, acortando o cerrando espacios a individuos y organizaciones políticas que subsisten amarradas a la corrupción. Debemos hacer de las elecciones del 2 de octubre un momento de inflexión para evidenciar que aún existen espacios ciudadanos que pueden curar las graves heridas que padece hoy la democracia peruana.
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