Carlos Hakansson
Una nueva oportunidad para la clase política
Cinco tareas pendientes antes de las próximas elecciones
La decisión de archivar los proyectos de ley de reforma constitucional para el adelanto de las elecciones generales ha suscitado fuertes críticas para el Congreso. Salvo contadas excepciones, es cierto que la composición parlamentaria no está a la altura de las circunstancias que atravesamos; sin embargo, a pesar de la intención mayoritaria de mantenerse en sus curules, el resultado de la votación podría ser el más sensato, si lo que se pretende es recuperar la estabilidad y alternancia política con partidos de tradición democrática. A la luz de lo ocurrido, si los comicios generales finalmente fueran en abril de 2026, las tareas a cumplir pueden ser las siguientes:
Primero. Una oposición en el Congreso que realice control político a un Gobierno sin bancada parlamentaria, fiscalizando la ejecución del presupuesto general de la República y denunciando tanto la corrupción como la lentitud en su ejecución por parte de los gobiernos regionales.
Segundo. Si se produce un cambio de gabinete, la oposición debe exigir la presencia de un primer ministro y gabinete con credenciales democráticas que no refrende cualquier acto presidencial. Un jefe de gabinete que conduzca el Gobierno con competencia y sea una garantía para evitar cualquier tipo de desviación de los cauces democráticos y constitucionales. Recordemos que la jefa de Estado tuvo serios cuestionamientos durante la pasada campaña electoral y por su desempeño como ministra de Estado.
Tercero. Los partidos tradicionales que perdieron la inscripción, o están por recuperarla, puedan renovarse con militantes que doten de aire fresco sus propuestas de campaña. El fortalecimiento de la clase política pasa por la recuperación de los partidos históricos, actualizando el ideario y mensaje de sus fundadores.
Cuarto. La necesidad de corregir las erráticas reformas constitucionales confirmadas por consulta popular; entre ellas, la reelección inmediata de congresistas. Y también la revisión de las leyes electorales que “canibalizaron” los comicios con más de veinte candidatos presidenciales.
Quinto. Una tarea de mediano plazo será la discusión sobre las correcciones al proceso de descentralización que no ha producido el desarrollo esperado en las regiones. Un conjunto de reformas vinculadas con la necesidad de recuperar un Senado con representación territorial.
Las cinco tareas enumeradas no podrían realizarse con un proceso de elecciones generales a la vista. De lo que se trata es dar oportunidad a los partidos con tradición democrática para que resurjan en la política doméstica. No será fácil. Lo que tenemos son asociaciones temporales de aventureros que permanecen unidos durante la campaña electoral, pero que se descomponen en el tiempo, con un alto índice de mortalidad; al punto que los partidos que fueron gobierno desaparecen y sus miembros se reciclan en otras agrupaciones políticas. La tarea de recomponer sus cuadros directivos, renovación del discurso, reclutamiento, identificación, fidelización de sus militantes y que su resultado sea atractivo para el electorado será lo más complicado. Se ha perdido mucho tiempo.
El escenario post rechazo a los proyectos de adelanto electoral resulta la última oportunidad para que los políticos de carrera expulsados del hemiciclo ―por el impedimento de reelección congresal― y las nuevas generaciones recuperen el espacio perdido en tres décadas. La recuperación de la clase política comienza por la consolidación de la democracia interna en cada partido tradicional. No por medio de trámites formales semejantes a un proceso de acreditación universitaria, sino a través de la identificación de sus militantes con un ideario, y la decisión interna sobre quiénes puedan representarlo y defenderlo en el curso de una campaña electoral.
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