Neptalí Carpio
¿Una derecha cobarde o sin ideas?
Ha abandonado el liderazgo social de la economía de mercado
En un artículo titulado “Una derecha muy cobarde”, publicado en Perú 21, Aldo Mariátegui señaló en Perú 21 que “No hay nada peor que una derecha que llega al poder para no gobernar como derecha”. Por su parte Luis García Miró —en el diario Expreso, en otro artículo titulado, “Nuestra centro derecha carece de agallas”— señala que “el acobardamiento de la gran mayoría de políticos del centro y derecha peruana ha permitido a los rojos apoderarse de todo el campo social”.
En realidad, estas calificaciones de cobardía o falta de agallas se las podríamos endilgar también a la izquierda representada en el parlamento, al propio Apra, al PPC y a otros partidos políticos. Se sabe, por ejemplo, que en el caso de Nuevo Perú y el Frente Amplio no dirigen la oposición al proyecto Tía María en Arequipa y a otros proyectos en diferentes lugares del país. Es evidente ya desde varias décadas que el Apra perdió influencia en el sector sindical, en el magisterio, en el movimiento estudiantil y otros sectores. Ni que decir del PPC, reducido a la actuación casi exclusiva en Lima y teniendo como soporte las notarías y estudios de abogados. La conflictividad social y las diversas demandas sociales tienden a ser dirigidas por sectores ligados a tendencias anarquistas, ultranacionalistas, tawantinsuyanas, de las huestes de Antauro Humala o grupos contestatarios de diverso pelaje, en diferentes regiones del país.
Aldo Mariátegui y Luis García Miró deberían hacer un esfuerzo por entender la naturaleza actual de los partidos y de las élites, ligadas en mayor o menor medida a tendencias de derecha, de centro o de izquierda. Esa apreciación los llevaría a la conclusión de una situación más compleja y grave, que afecta las posibilidades de gobernabilidad del país. Estamos ante una casi nula presencia territorial y sectorial de todos los partidos legales a nivel nacional, y de generación de múltiples liderazgos con capacidad de alta incidencia social. Se trata de un repliegue capitalino, una situación que afecta también a la izquierda, cada vez con una residencia exclusiva en los barrios más acomodados de la capital, y la sola presencia política en los medios de comunicación y la labor parlamentaria. De ahí, en parte, la caracterización de “izquierda caviar”.
En el caso de la derecha peruana, su debilidad fundamental consiste en no haber creado los sujetos sociales que respalden un modelo liberal de economía de mercado. Admitiendo el éxito del capítulo del régimen económico aprobado por la Constitución de 1993 —que sustentó el crecimiento peruano por ya casi dos décadas, de manera ininterrumpida—, ¿cómo se explica que el nuevo impulso del desarrollo capitalista del Perú, no haya tenido correlato en sujetos sociales que respalden emprendimientos como el proyecto minero Tía María? En casos como los proyectos mineros bloqueados de Conga (Cajamarca) Río Blanco y Tambo Grande (Piura), Las Bambas (Apurímac) y diversos proyectos de hidrocarburos cuestionados, no es ninguna novedad achacarles la responsabilidad a los grupos antimineros. Pero también debemos preguntarnos por qué después de más de 25 años de vigencia de una economía de mercado, no existe en el Perú una potente corriente liberal con raíces sociales en diferentes regiones, aquello que Luis García Miró llama el “campo social”.
Una de las respuestas a esta interrogante la podemos encontrar en el papel del empresariado nacional, que debería ser la plataforma de un discurso liberal y de derecha. Juan José Marthans, uno de los economistas más respetados, exjefe de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y actual director de Economía de la Universidad de Piura, ha señalado en el portal digital Infomercado, que “los empresarios peruanos no están a la altura del reto que el país plantea de cara al Bicentenario de la Independencia”, realizando una crítica muy dura al balance de los CADE que se desarrollan en el Perú desde hace más de medio siglo.
Marthans critica “el inusitado e injustificado pesimismo sobre la economía y las finanzas del país. En el extranjero se mira a nuestra economía de manera muy diferente a como se mira acá. Perú es considerado como uno de los dos milagros económicos de la región latinoamericana, se nos reconoce 20 años consecutivos de crecimiento. Llama la atención la posición que ha tomado un segmento del empresariado, y que repiten los titulares de ciertos medios que tienen una idea equívoca del desempeño de nuestro crecimiento. Se afirma que estamos al borde del colapso, en recesión, y que el modelo económico ha fracasado. Hay un sesgo político que involucra injustamente a la economía. Entiendo que los políticos vendan lo peor para atraer votos, pero sorprende que los empresarios se dejen conducir y hagan suyo esos discursos interesados y sesgados”, dice enfáticamente.
Es muy ilustrativa la valoración del empresariado peruano cuando Marthans, afirma lo siguiente:
Converso con el presidente de un gremio empresarial peruano y me dice: ‘estamos estancados’. Pero, converso con dos empresarios chilenos y les pregunto: ‘¿Les preocupa el posible adelanto de elecciones en Perú?’. No les preocupa. Los empresarios chilenos están preocupados por ampliar su frontera agrícola en Piura, donde triplican su margen con el sembrío de uva. El chileno se concentra en lo esencial: la generación de riqueza y no en lo anecdótico e irresponsable del chisme barato. Si seguimos con este tipo de empresarios en Perú, el país será cada vez de empresarios extranjeros que, con mucha inteligencia, están tomando posesión de los recursos naturales. Esto último no es malo porque es parte del mundo globalizado. Lo que está mal es el raciocinio y la tónica con que reacciona un empresario peruano en un país con tanta riqueza.
Una gran verdad. El economista crítica la cultura extractivista y mercantilista del empresario peruano y llama a priorizar otros sectores como la agroexportación:
Sin duda alguna. El cobre y el oro son el 50% de nuestras exportaciones totales; la agroexportación es más del 12%. Hace 10 años no llegaba ni a 5%. Es un sector que está creciendo mucho sin distraerse con el ruido político. Se dedican a generar riqueza. Ese es el empresario que necesitamos. No digo que no consideremos el factor político, pero no debemos ‘sobreponderar al diablo’.
Finalmente, y de manera lapidaria, Marthans señala lo siguiente:
El rol empresario debe ser más comprometido con su entorno social. Con todo respeto: ¿50 años de CADE y qué se ha hecho? ¿CADE es un club de amigos? ¿Qué ha logrado CADE? ¿Así van a salir del escollo ‘país’? ¡Por Dios! ¡Qué distante de lo que necesitamos!
En consecuencia, el problema de la derecha, no es de cobardías o falta de agallas, como señalan Aldo Mariátegui y Luis García Miró. Es falta de visión, escasez de ideas innovadoras y la articulación de un nuevo y extendido anclaje territorial empresarial y sus élites para liderar un nuevo impulso capitalista. La derecha peruana siempre ha estado más empeñada en presionar al Estado para que le garantice sus rentas y su actividad esencialmente extractivista. De lo que se trata es que ellos peleen, por su propia cuenta, el liderazgo social de una economía de mercado, construyendo —insisto—- sujetos sociales, actores, medios, plataformas, liderazgos y redes sociales que respalden los fundamentos de una economía de mercado en expansión.
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