Raúl Mendoza Cánepa

Tolerancia de una sola vía

Tolerancia de una sola vía
Raúl Mendoza Cánepa
19 de diciembre del 2016

Quienes siempre reclaman tolerancia, la ignoran cuando se trata de sus enemigos

Me sorprenden las declaraciones de Alberto de Belaunde interpelando una “Marcha del orgullo hetero” (al margen de los fundamentos); pero tomo una frase del Facebook firmada por “Matías Pascal”: “Bueno, ¿y cuál es el problema que se realice una marcha a favor del orgullo heterosexual? ¿Es homofobia? Entonces los que marchan por el orgullo gay, que tampoco me parece mal, ¿son heterófobos? Cada persona debe sentirse bien como es y tiene el derecho de expresarlo, así a los políticamente correctos no les guste. De la misma forma, si realizo una marcha por ‘Ni uno menos’ no implica que odio a las mujeres…. En democracia, cada uno es libre de elegir con quien juntarse y qué celebrar”.

Frente a un comentarista que le sale al frente, Pascal dice: “En este tiempo, los homosexuales gozan de más libertad y exposición que cualquiera. No estamos en Irán o Afganistán, donde son apedreados o colgados. No he visto a nadie preso por ser gay. Esto no quita que haya ignorantes que creen que ser homosexual es una enfermedad…”.

Es interesante cómo la libertad de expresarse o de participar es buena o mala según sean los temas o los personajes que participen o convoquen. Leía un artículo de Esther Vargas en el diario Peru21, cuyos buenos razonamientos siempre he citado, pero yerra esta vez al juzgar eligiendo, según su subjetivo entender, quién sí y quién no puede participar o no en un determinado proceso. Cuestiona la participación del cardenal Cipriani como puente del diálogo entre PPK y Keiko Fujimori. Es decir, si lo convocaba la Derrama Magisterial, mutis; pero como es el “polémico cardenal”, vale la chilla.

Se invalida lo que a la autora no le gustaría que le invalidaran. Dice: “El cardenal Cipriani nunca ha escuchado la voz de la calle y jamás les ha dado importancia a las marchas, excepto a una: la mal denominada marcha por la vida, esa que defiende un solo tipo de familia”. Es decir, el cardenal está deslegitimado por promover una marcha que a ella no le gusta y porque no participó en las que sí le gustan. La llama, además, “mal denominada marcha por la vida”, que no tiene, por cierto, relación con la unión civil y sí con el aborto….

La libertad de pensamiento y de expresión no vale solo cuando se trata de asuntos sobre los que estamos de acuerdo. En una sociedad plural, el pensamiento diverso y contradictorio fluye tanto que opera una suerte de debate respetuoso en altavoz, lo que es legítimo; como legítimo es que haya quien opine contra el aborto y en favor de la vida, o que se indigne (por las razones que estime) contra una educación que contempla lo que llaman “la ideología de género”. Nadie tendría por qué temer opinar de nada, al riesgo del insulto, el apedreo o la marginación.

Si en las redes sociales asumes que como padre tienes derecho a elegir el tipo de educación que crees que deben recibir tus hijos, te magullarán, porque solo se puede opinar en una vía. Oponerse es temerario, llama a las iras. La Inquisición ha cambiado de cara y los conservadores que defienden tradiciones son rara avis, a las que hay que destruir o ponerles sambenito.

Esta no es una toma de posición en favor de unos o de otros, es un breve tratado sobre la tolerancia o acaso un recordaris de que la vida en libertad admite la contradicción y la disidencia, aunque no nos guste lo que opine el otro. Si a mí me viene mal que un grupo marche por lo que no creo, ¿cómo defender la validez moral de mi propia marcha?

Los que antes reclamaban tolerancia, la ignoran cuando se trata de los que difieren ¿No nos estamos desbordando colocándonos del otro lado? He leído artículos y posts denigratorios y he visto rodar cabezas de los que, para bien o para mal, creen en la familia tradicional, la vida desde la concepción, etc.

La genuina tolerancia no tiene una sola vía; es doble, es múltiple. O nos toleramos todos o nos cerramos en un solo discurso mientras los que piensan diferente son reducidos a callarse por temor.

 

Raúl Mendoza Cánepa

 
Raúl Mendoza Cánepa
19 de diciembre del 2016

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