Alejandro Arestegui
¿Tambores de guerra sobre nuestro continente?
Sobre las pretensiones del gobierno chavista sobre el territorio de la Guyana-Esequibo
Estamos a puertas de culminar el año 2023, no obstante, este ha sido un año donde el mundo continúa desangrándose con guerras fratricidas y sin sentido. Continuos episodios de violencia se han suscitado. Pasando por el sangriento conflicto en Sudán, la inestabilidad del resto de África, la continuación del conflicto entre Rusia y Ucrania (que lleva más de 2 años) y últimamente el conflicto entre Israel y Hamás. Cualquiera creería que nuestro continente esté exento de estos sangrientos conflictos. Sin embargo, los tambores de guerra parecen resonar ante una posible escaramuza militar entre Venezuela y Guyana por la disputa de un territorio conocido como el Esequibo, del cual el gobierno venezolano tiene reclamaciones desde hace más de un siglo.
Esequibo es la región más grande de Guyana, un pequeño país ubicado al norte de Sudamérica y cuya extensión territorial es de 214,969 km² y con una población que apenas llega a los 810,000 habitantes; pero cuyas riquezas petroleras son la envidia de sus vecinos. Es evidente que la codicia por los bienes ajenos que promueven los socialistas hace apetecible apropiarse de los centros de explotación petrolíferos recientemente descubiertos. Desde hace unas décadas el gobierno chavista ha querido bajo tácticas diplomáticas anular el laudo arbitral que hace más de un siglo falló a favor de Gran Bretaña. Como Guyana se independizó y ahora es un país independiente las disputas pasaron a ser enormemente desventajosas para Guyana.
Bajo estos parámetros, nos corresponde establecer si esta pretendida anexión es una maniobra del presidente ruso Vladimir Putin para distraer a Estados Unidos y/o es un pretexto utilizado por los chavistas para afanes electorales. En los últimos días se ha visto como Venezuela dirigida por el dictador Maduro, ha realizado un referendo con el objeto de anexar la zona de Esequibo a Venezuela. Esta maniobra tiene el firme propósito de resurgir sentimientos patrióticos en su población y con ello el aplauso en un gobierno que decae en popularidad y que estará próximo a ser derrotado en las urnas.
En tanto, el planeta ha estado durante los dos últimos años, pendiente de la Invasión Rusa a Ucrania, teniendo como resultado la fragilidad armamentística de Rusia que tenía armas muy antiguas lejos de la tecnología armamentística de Occidente, ello lo ha llevado a Putin a ponerse a la defensiva y para recuperar esa imagen busca distraer a la opinión pública mundial. Estos hechos nos llevan a replantear el problema y vemos que ataques repentinos como los de Hamás a Israel acapararon la mirada del planeta en medio oriente, dejando de lado el conflicto de Rusia con Ucrania, lo que implica darle un alivio, al menos temporal, a Putin. Sin embargo, Maduro debería verse en el espejo de Putin, viendo que invadir otro país podría significar la pérdida del poder de Maduro en Venezuela. Recordemos que esta misma maniobra trató de efectuarse en 1982, cuando la junta militar Argentina liderada por Galtieri optó por ganar rédito político invadiendo las islas Malvinas y enfrentándose al Reino Unido en una guerra donde tenían desventaja en todos los planos. La derrota en las Malvinas apresuró la caída del régimen militar y el regreso de la democracia a Argentina.
Por lo pronto se desconocen las verdaderas intenciones del gobierno chavista. Algunos analistas políticos lo consideran simple fanfarronería, ya que Venezuela tampoco está en condiciones de entablar una guerra directa, debido a que si ésta se prolonga le costaría al estado venezolano mucho dinero, el cual ahora no dispone. Las más recientes invasiones a territorios enteros en la búsqueda de recursos han terminado en sendas derrotas a los invasores (como fue el caso de la invasión de Irak a Kuwait). No obstante, nunca se sabe con los dictadores y tendremos que estar alertas ante cualquier escalada de violencia.
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