Giovanna Priale

Supervisar cooperativas: Urge este pedido

Supervisar cooperativas: Urge este pedido
Giovanna Priale
22 de septiembre del 2017

Hace varios periodos congresales que el pedido para que las cooperativas de ahorro y crédito sean supervisadas por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) se mantiene en lista de espera. Este proyecto resulta fundamental debido a que son cada vez más las cooperativas, los clientes y el monto de dinero que se mueve, sobre todo en regiones.

Según las cifras disponibles, 1 de cada 3 peruanos del sector microfinanciero usa la cooperativa como principal canal de ahorro e incluso, como fuente de acceso al crédito, sea éste utilizado como capital de trabajo para la empresa o bajo la modalidad de crédito hipotecario.

Los consumidores que usan una cooperativa requieren que su ahorro esté coberturado, de manera similar a la forma cómo se encuentra protegida una cuenta de ahorros en el sistema financiero formal, supervisado por la SBS. El Fondo de Seguro de Depósito (FSD) garantiza por cuenta y por persona, un máximo de S/ 97,552 en caso de quiebra de la entidad financiera (banco, financieras, cajas municipales y cajas rurales de ahorro y crédito).

Ya hoy existen experiencias en países como Brasil y Bolivia respecto a la supervisión de cooperativas. Así por ejemplo, existe un fondo de garantía para cooperativas, que cubre a los asociados de la cooperativa en caso de que ésta tenga algún problema de solvencia o liquidez. Este primer requisito es clave en Perú para que los cientos de miles de cooperativistas que usan este mecanismo de ahorro puedan estar tranquilos frente a algún problema de gestión de la cooperativa.

De otro lado, algunas de estas cooperativas han sido constituidas con dinero proveniente del narcotráfico, razón por la que el interés de los dueños de las mismas es solo ingresar el capital al sistema formal; por lo que el riesgo para un cliente de colocar su dinero en esta cooperativa “fantasma” resulta altísimo. Pero adicionalmente se genera una competencia desleal entre este “fantasma” que puede ofrecer tasas bajas para créditos y elevadas para depósitos, respecto de las “buenas” cooperativas y en general, de las instituciones microfinancieras formales.

Finalmente, son los clientes microfinancieros los que requieren mayor información y empoderamiento para tomar adecuadas decisiones financieras; por lo que una buena cooperativa en la que prima el criterio de asociatividad, una adecuada gestión de riesgo y una priorización de la capacitación en gestión de los dueños de las microempresas, se puede constituir en un motor de desarrollo de la competencia y con ello, en una fuente de promoción de la inclusión financiera.

Lo peor que podemos tener es un joven trabajador sobre endeudado con su tarjeta de crédito en el sistema formal, la misma que figura en la Central de Riesgos; y financiándose con un crédito en la cooperativa fantasma (que no tiene obligación de reportar a las Centrales de Riesgo, aunque las “buenas” sí lo hacen) para pagar el mínimo de su tarjeta de crédito. Estos jóvenes terminan construyendo una espiral negativa de financiamiento caro e ineficiente, que solo los conduce al empobrecimiento permanente.

Ojalá el Congreso reflexione y le de facultades a la SBS para que supervise cooperativas, con eso se pone parejo el piso para que los cientos de miles de consumidores de provincias cuenten con un acceso a esquemas de ahorro y crédito micro financiero, estables y sostenibles a largo plazo.

Giovanna Prialé Reyes

 
Giovanna Priale
22 de septiembre del 2017

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