Aldo Llanos
Siete canciones de Maná, en perspectiva filosófica (I)
Desde una fenomenología y una metafísica de lo concreto
Si sobrellevamos nuestra adolescencia en los noventas y empezamos a hablar de pop-rock mexicano nos remitiremos fácilmente a Maná. Y es que esta banda, fundada en 1987 en Guadalajara, tiene ese “algo” de los grandes grupos que los hace resistir al paso del tiempo.
¿Tienen dudas?, pues en su amplio palmarés destacan cuatro premios Grammy, siete Grammy Latinos, cinco MTV Video Music Awards Latinoamérica, quince Premios Billboard de la Música Latina y quince premios Lo Nuestro, además de ser premiados por su labor en favor de la ecología, que realizan por medio de su ONG Selva Negra.
La banda conformada por Fernando Olvera (“Fer”, guitarra y voz), Juan Calleros (bajo), Alejandro “Alex” González (batería y voz), y Sergio Vallín (buitarra) desde el 2012 formn parte del Paseo del Rock en Hollywood, y su éxito global les ha permitido vender más de 40 millones de discos en todo el mundo.
A mi entender, los grandes grupos de música son los expresan correctamente el sentir y las vivencias de un pueblo o de una generación, en cuyas canciones las letras revelan un sentido, un origen y un fin trascendentes. A pesar de la simpleza de estas o de la irrupción de algún heeeeeey, wuuoooooo. Se trata pues de ir más allá de una mera hermenéutica. Me estoy refiriendo a describirlas desde una fenomenología y una metafísica de lo concreto.
Estas son las siete mejores canciones de Maná en perspectiva filosófica-teológica (Parte 1):
1) “Me vale” – Disco “¿Dónde jugarán los niños?” (1992)
Ser, apariencia y prejuicio
Este es el último track del disco que los llevó a la fama en todo Latinoamérica y se hizo inolvidable desde el arranque con la inconfundible voz de Alex González gritando: ¡Échale Vampiro! La canción es digna de ser el soundtrack vital de todo adolescente en cualquier generación y es que la honestidad de sus versos revela algo más que una simple rebeldía. Veamos:
I
No me importa lo que piensa la gente de mí,
que si traigo el pelo de alguna manera,
porque me gusta traerlo así
Que ¿por qué escucho ese tipo de música?
si es la que me gusta oír
Esta letra significa decir de modo análogo: “No me importa lo que piensen de mí porque no me conocen”. Efectivamente, si alguien habla mal de otro por cómo luce su cabello o por el tipo de música que escucha significa que está valorando a esa persona por sus preferencias estéticas, más no por quién es, concepto de lo que no tiene noción alguna ni la intención de conocer.
II
Critican todo lo que ven en mí,
inventan chismes que no son ciertos,
con quién hablo, con quién salgo, con quién ando,
¿qué te importa? Es mi vida,
si yo no le hago daño a nadie,
¿quién eres tú para decirme cómo vivir?,
¿quién eres tú?
Esta estrofa es genial. Cuando González remata: “¿quién eres tú para decirme cómo vivir?, ¿quién eres tú?, está reclamando, con enorme agudeza: “¿Qué tanto me has conocido como para saber lo que mi vida debería ser?”. Lo que esta debería ser es precisamente la vocación y esta no se inventa, ni mucho menos se impone externamente, sino que se descubre conociendo el ser personal.
III
No puedes criticar algo sin conocerlo primero,
seré muy feo por afuera, pero muy bello por adentro,
si eres una de esas personas te tengo una solución,
en vez de estar fregando y molestándome así,
dedícate a encontrar que está mal en ti
Esta frase reafirma lo antes mencionado: si quieres conocer a alguien no debes hacerlo por sus manifestaciones externas sino más bien debes ir en busca de su intimidad (ser personal). Hay que agregar que el amar es la única vía para conocer bien a las personas. Todo lo contrario, es “fregar” y molestar.
Efectivamente, las personas que andan fijándose en los defectos de otros son las que más carencias tienen ya que no solo cargan con los suyos, sino que para tranquilizar sus conciencias andan buscando los defectos ajenos con sus “soluciones” normativas.
Como diría Alex: “Si no me entienden o comprenden ¡pues ya ni modo!”
2) “Siembra el amor” – Disco “Cuando los ángeles lloran” (1995)
Amar, reciprocidad y gratitud
Este disco fue el segundo punto de quiebre de la banda debido a que este se editó bajo el importante auspicio de Warner Music y porque para este disco se llevó a cabo la tercera conformación de integrantes que a la postre quedarían hasta el día de hoy. También debo recalcar que este disco es tal vez su producción más lograda por la densidad de sus letras y por la madurez de su propuesta musical.
El tema “Siembra el amor” está inspirado en concepciones filosóficas hinduistas y es la misma sonoridad del tema la que nos transporta a una suerte de oráculo veda. Veamos:
I
Cuando das amor, recibes amor,
es el sol de cada amanecer que nos calentará,
sol no dejes de salir,
nunca nos abandones, no,
Si siembras dolor, recibirás dolor,
si siembras amor, siempre hay amor
La lógica de esta estrofa va inscribiéndose en la idea de la Ley del Karma por la cual, a cada acción efectuada siempre le corresponderá una reacción en la misma medida. Si bien esta idea es propia del budismo y el hinduismo, el ADN cristiano de Fer, le permite escribir “(el amor) es el sol de cada amanecer que nos calentará, sol no dejes de salir, nunca nos abandones, no”, con el cual quiere referenciar al amor como un alguien personal, alguien a quién se le puede dirigir nuestros anhelos y a su vez ser escuchados y co-respondidos.
De acuerdo a esta figura, el amor es el que nos saca del frio experimentado a la intemperie y a merced de los peligros de la noche, y su ausencia, es sin dudas el mayor de todos los abandonos posibles: el abandono de ese Otro que es el que me hace ser (en sus múltiples significados). La frase “Dios es amor” está encriptada.
II
Siempre que odies más, más te pudrirás,
el odio es el veneno que corre por nuestras venas,
serpiente aléjate de mí,
no vayas a morderme, no
En este verso cuando Fer dice: “Siempre que odies más, más te pudrirás”, está diciendo que el odio no es un acto que una vez desarrollado solo daña nuestra voluntad, sino que más aún, el odiar nos daña en nuestra intimidad, en nuestro ser personal, haciéndonos menos personas, es decir, des-personalizándonos. Cuando Fer dice “el odio es el veneno que corre por nuestras venas, serpiente aléjate de mí, no vayas a morderme, no”, nuevamente su ADN cristiano le hace representar este mal como una tendencia latente de nuestra naturaleza dañada -más no corrompida-, que es incitada por una persona totalmente des-personalizada: una serpiente, “la serpiente antigua” del Apocalipsis (12, 9), el diablo, odiador del hombre por ser imagen y semejanza personal de las personas del Creador.
III
Podrías pisotear las flores del amor,
podrías escupir la tierra que te dio el nacer,
podrías hacer mucho mal,
pero se te regresará,
es la regla de la vida
La lógica de la gratitud es revelada en este sencillo verso nuevamente enmarcado en la Ley del Karma. Pero superando cualquier interpretación literal, debemos reconocer las figuras que son utilizadas aquí.
- Las flores (del amor), simbolizan la belleza, delicadas e inofensivas, pero imponentes al representar los dones que nos entregamos unos a otros en agradecimiento, participando de este modo, del que es Amor, del que es pura donación benevolente.
- La tierra (que te dio el nacer), simboliza el momento y espacio temporal en el que existimos y somos, existencia y coordenadas (novedad radical en el universo) que han sido queridas libérrimamente desde la eternidad por Dios. Esta tierra solo puede ser objeto de agradecimiento por lo que un acto diametralmente opuesto es renegar de esta, “escupiendo” la realidad en la que irrumpimos como personas humanas.
3) “El antifaz” – Disco “Cuando los ángeles lloran” (1995)
Ser, persona, vocación y apariencia
Del mismo disco se extrae otro gran tema en el cual nos enfrentamos al dilema del yo como ocultación o como expresión diáfana del ser personal. Veamos:
I
Le dicen el "Marrano" y no entiende por qué,
si dice ser un simple ser humano,
es un cochino, un mezquino, de la sociedad,
te vende armas, drogas y demás suciedad.
Ven aquí, ven a mí, él te va a decir,
te va a arrancar el alma y las costillas,
corrupción, ambición y degeneración
pero dice él que tiene buena cara
Cuando a alguien no lo conocen por su nombre sino por un sobre-nombre, no se le está considerando como una persona, sino que se le está des-personalizando. La antropología cristiana agrega que el pecado, como mal radical, nos despersonaliza, debido a que Dios nos quiere cada vez más buenos, es decir, cada vez más personas, a imagen y semejanza suya.
Por estos motivos Fer no le pone un nombre al sujeto al que hace referencia (corrupto, ambicioso y degenerado), sino que lo remite como el “Marrano”. Curiosamente el cerdo, desde la tradición judaica hasta el Nuevo Testamento, ha sido representado como un animal impuro y espacio libre para los demonios.
Asimismo, en la Biblia se indica claramente como Luzbel, nombre que proviene del Luzb-el (Almendro de –Dios-), se despersonaliza in extremis al pecar contra el Creador para autodenominarse, en consecuencia, con una serie de no-nombres como “Legión”, “Diablo” (el que divide) o “Satán” (el enemigo).
II
No dejes que te engañe no dejes que te apañe,
quítale la máscara y el antifaz
¿Qué habrá detrás de su antifaz?, bajo de su piel, ¿qué es lo qué tendrá?
¿Qué habrá detrás de su antifaz?, ¡no te dejes engañar!
El antifaz no permite ver el rostro del otro. No permite ver sus ojos como puertas del alma. Con un antifaz, sus portadores pueden comportarse como lo que no son o como lo que en realidad son y no muestran. En el encuentro con el otro, es necesario dejar la relatividad del antifaz, mostrarnos cual somos y detener el engaño existencial.
III
Le dicen la zorra y no entiende por qué, si dice ser un simple ser humano
Ven aquí, ven a mí, te quiere seducir, te va a sacar la plata y los ojos
Le dicen el "Buitre" y no entiende por qué, si dice ser un simple ser humano
Ven aquí, ven a mí, él te va a decir, te va a picotear los sueños y el cráneo
La zorra en la tradición occidental y en la indígena latinoamericana, es el símbolo de la astucia, la cual depende su valor, de la intencionalidad de la praxis del sujeto.
La zorra es un quien despersonalizado ya que no puede o no quiere reconocer al otro como otro, sino que lo cosifica, lo ve como un objeto, algo del cual solo vale el aprovechamiento y el descarte.
El buitre es el símbolo del oportunismo carroñero, el símbolo del que cae cuando a alguien no le quedan muchas fuerzas para resistir y luchar.
El buitre es otro quien, despersonalizado, pero que es capaz de distinguir entre un quien psicológicamente fuerte de otro enfermo o débil, lo suficiente como para aprovecharse sin importarle las consecuencias. Por ello, todo buitre prefiere lo que las personas producen más que a las personas en sí.
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