Eduardo Zapata
Senderismo chicha
El VRAEM y el comunismo siguen siendo un riesgo
Decíamos en una reciente nota titulada “El baile de los que sobran”, que a un alto porcentaje de los llamados ´incluidos´ pareció no importarle lo que estaba en juego en las elecciones del 2 de octubre. Y que otro gran porcentaje de los denominados ´excluidos´ no vacilaba en votar abiertamente por delincuentes. A fin de cuentas unos y otros parecían confluir en el desdén por la moral y la democracia. Y que esa situación era peligrosa porque el futuro nos podía deparar otra década perdida dado que “…ello no significa la derrota del pretexto reivindicatorio vestido de banderas aún menos democráticas y aun desenfadadamente venales”.
Pero ciertamente una cosa es que tengamos externalidades vociferantes, y otra que las asumamos. A pocos les gusta ser desentendidos de su patria y menos ser llamados delincuentes. Aunque lo sean. Pero ahora los rostros palaciegos y del entorno familiar parecen haber estado en estos últimos días signados por la admisión de la delincuencia. Con un lenguaje corporal y un decir que no hacen otra cosa que subrayar que era cierto que advirtiésemos la posibilidad de que fácil resultaba prever que “…la instrucción proveniente del quehacer y de lo hecho por nosotros, en el día a día… alimentaban la inconducta delincuencial”. Parece que tal efecto se va desdibujando.
Enhorabuena que no se proyecte ya más el modelo arquetípico y desafiante de la familia extensa que todo lo puede. Enhorabuena que la moral popular dejase de ´comprar´ cómplicemente esa familia y esas actitudes. Lamentable, sí, que hayamos tenido que advenir a esta situación para que una sola palabrita –delincuente- convoque nuestra moral ciudadana.
Todo nuestro entorno nos habla de una formalidad no muy formal y de una informalidad –salvo loables esfuerzos– que más sabe de convenientes pretextos que de los llamados excluidos.
Facilismos con procedimientos mercantilistas e informalidades cómodas parecen habernos signado durante lo pre inca, lo inca, lo independentista y lo republicano. Nuestros pasados cincelados heroicamente por la escuela nos hablaron de sedes de incanatos y virreinatos que, cual arcadias, nos han hecho olvidar el trabajo. Blasones y dádivas nos lo hicieron olvidar.
Pero a pesar de todo ello y de nuestros déficits alimenticios y cognitivos queda un colchón mayoritario que decidirá elecciones; si se cambian autoridades electorales y vamos a un sistema político simple y no engañoso. De hecho muchos peruanos que migran se comportan ejemplarmente cuando se sienten libres en lo económico pero sujetos a una autoridad que reconocen. No cabe allí el ´nosotros´ porque allende no somos ´originarios´; no cabe lo mío –posesionario- porque hay ley.
De hecho no hay comparación posible entre Marta Huatay y las venales modelitos que fungen de lideresas de izquierda hoy. El VRAEM y el comunismo siguen siendo un riesgo porque implican finalmente una abdicación de la soberanía nacional. Allí se mantendrá el nombre de Sendero –rescatando en teoría su carácter de lucha atemporal e ineluctable- pero esta vez sujeto a los intereses abiertamente crematísticos y de compra/venta de libretos hechos fuera del Perú. El enemigo, pues, ha mutado.
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