Manuel Bernales Alvarado
Seguridad alimentaria y desarrollo sostenible
Para superar definitivamente a la pobreza y al hambre
La diversidad de la vida suscita diversas apreciaciones sobre un tema, en especial si es complejo y sujeto a polémica. Quiero ofrecer algunas ideas sobre el tema del título, orientadas a opciones de acción de diversos actores privados y públicos, que con mente y conducta abiertas nos convoca Agromin II Bicentenario.
La evidencia despeja toda duda, salvo para quienes no quieren verla o no les interesa: la seguridad alimentaria de la humanidad, no solo de una parte, es el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible - Agenda 2030 aprobado por todos los gobiernos de la ONU (www.un.org). No únicamente hay interdependencia entre ellos, más bien forman un conjunto, un sistema, en el que eliminar la pobreza –primer objetivo enunciado– lleva naturalmente al segundo: “Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible”.
Desde el siglo pasado se pasó de la lucha contra el hambre, problema milenario a la “soberanía alimentaria” (www.fao.org); Declaración de Nyéléni 2007; https://www.economiasolidaria.org).
Es bien sabido que soberanía no es sinónimo de autarquía sino de autonomía relativa, como se sustenta en diccionarios de Ciencia Política y de Derecho, como el de Bobbio, ya clásico, o el de Dieter Nolen (de 2006). También puede verse el Diccionario Español Jurídico-RAE. Miremos hacia atrás: Cuando existía la asignatura de Educación Cívica, y otras como Economía Política, Ética y Filosofía Historias y Geografías del Perú y el mundo, estudiábamos en diversos manuales y obras de consulta, que es el Estado, su origen, tipos, etc. Todo esto de modo más sistemático los dos últimos años de Secundaria, y posteriormente enriquecerlo con la Biblioteca Nacional o revistas valiosas como Ceres, de la FAO y El Correo de la UNESCO. Ahora, como antes, tenemos diccionarios, y adicionalmente la facilidad del internet y muchas más “librerías de viejo” con verdaderos tesoros del saber y la cultura.
Volvamos al tema central: Debido a procesos y circunstancias imposibles de controlar aún para las grandes potencias, en varias de las mismas, aún sin hambre, ha aumentado la malnutrición, como obesidad creciente u otros males por “comida chatarra” y factores concurrentes. Ante esto, la Organización Mundial de la Salud, OMS, así como normas de aplicación y acuerdos mundiales pertinentes, inciden en la nutrición como parte de la seguridad alimentaria.
El hambre o la inseguridad alimentaria, más aún si se razona en términos genéricos de soberanía alimentaria, se ve que son causa y efecto de la pobreza, esencialmente la miseria o extrema pobreza, medida más que en dinero, que muchas veces resulta un engaño, sino en todas sus dimensiones materiales y no materiales, en términos de su complejidad, desde lo demográfico, hasta lo ambiental.
En los años treinta, muchos científicos y promotores de la ciencia y la salud, como Josué de Castro –eminente brasileño, un clásico que casi nadie conoce o lee, pese al Internet– actuó y escribió mucho en la lucha contra el hambre y el subdesarrollo (dicen que eso ya no existe), y ofrezco dos de sus más conocidas expresiones, que conocí por la Revista Política y Espíritu: “O que falta e vontade política para movilizar recursos a favor dos que tem fome”.
Y: “Metade de humanidade nao come; e a outra nao dorme, com medo de que nao come”.
(https;//www.pensador.com;30062020).
Superar la pobreza ha sido necesidad y aspiración de muchos pueblos y estados en todos los continentes a través de la historia, pues hambrunas y epidemias producían sus desgracias, inclusive de personas y grupos no pobres. Guerras, miseria, epidemias y catástrofes naturales causaban y causan muchas muertes. Pero también economías y políticas no sostenibles, que afectan seres humanos y el ambiente, producen más pobreza y hambre para algunos… a la vez que ganancias para otros.
Toda la historia de América latina y el Caribe exhibe evidencias que por causas naturales y humanas pueblos y culturas decayeron o desaparecieron desde antes de la conquista por ejemplo en Mesoamérica, y colonización por las potencias imperiales de la primera globalización, desde Europa Occidental sobre el resto del mundo. La pobreza y la inseguridad alimentaria en mayor o menor grado acompañan a muchos Estados y pueblos de nuestra América.
Volvamos al deber de memoria: Al término de la Primera Guerra Mundial hubo esfuerzos que no prosperaron pero legaron aspiraciones, aportes e ideales para la seguridad, lo que hoy llamamos desarrollo humano. Luego de la Segunda Guerra Mundial, se crearon la Organización de las Naciones Unidas, ONU, 1945, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, y la UNESCO, 1946, para garantizar y perfeccionar la paz, la seguridad y el progreso humano integral. La OMS fue creada en 1948.
Antiguas potencias y nuevos Estados fueron incorporándose a la ONU y su sistema. Desde 1950 no solo gobiernos de Estados y pueblos soberanos, sino diversas entidades no gubernamentales e intergubernamentales se han adherido a objetivos, procesos y mecanismos de participación de la ONU. El “continente invisible” según mi profesor Johan Galtung.
Es inocultable: productores rurales y consumidores urbanos deben formar círculos virtuosos de trabajo consumo e inversión para desterrar el hambre y construir sistemas de producción, comercio y consumo sostenibles, lo que demanda la contribución de acciones sistemáticas y permanentes de los demás objetivos nacionales para dichos propósitos.
En el siglo XXI casi hemos olvidado que ya en el XIX se declaró abolida la esclavitud. Pierre Sané, ex Director de Amnistía Internacional y ex Sub Director General UNESCO, junto con instancias de la ONU, sostiene que así como se ha abolido la esclavitud, debe abolirse la pobreza, porque es una “violación de los derechos humanos”(www.congresonacionaldefilosofia.org).
El hambre y la inseguridad alimentaria también lo son, son violaciones de los derechos humanos, máxime en un mundo de hiper productividad. Es un imperativo ético y ciudadano, un pacto nacional, que por encima de la fragilidad del sistema de partidos cuya conducta es rechazada, cimente la seguridad alimentaria-nutricional de hoy y de las futuras generaciones.
Es indispensable y urgente una alianza duradera entre agro y minería, ambas sostenibles, nodo y binomio esencial para desarrollar nuestro potencial humano y natural en seguridad y soberanía. La ciudadanía exige un buen gobierno que mediante genuina economía social de mercado concertada con verdadera planificación en sistema efectivo, fortalezca a patrióticos y bien intencionados actores sociales y empresas con voluntad para servir a este propósito Bicentenario.
COMENTARIOS