Iván Arenas
¿Se cae la muralla antifujimorista?
El antifujimorismo es un veto contra un legítimo grupo político
Varios son los síntomas que indicarían que la enorme muralla antifujimorista —sostenida por periodistas y algunos medios, ahora sabemos que pagados—, que envilece el debate político nacional se viene a pique. Ni los más entusiastas defensores del pepekausismo —léase periodistas de opinión y medios— se podrían imaginar que la enorme pared se destruye ante sus ojos. Primero, las recientes encuestas elaboradas por Apoyo Consultoría son un mazazo para el antifujimorista más fervoroso. Más del 50% de los encuestados está a favor de la censura y de que el ministro de Educación Jaime Saavedra sea retirado del gobierno (solo un 32% sugiere lo contrario). Muy bien, entonces surge una pregunta que el antifujimorista febril debe responder, ¿no que el “pueblo” estaba a favor de que el ministro Saavedra se quede en el gobierno? ¿Cuál será ahora la defensa esgrimida por la pléyade de estrellas periodísticas antifujimoristas y progobierno?
El segundo síntoma de que la pared antifujimorista se cae es que muchos analistas y periodistas cuya sensatez y honestidad intelectual no está en juego ni en duda han declarado que el antifujimorismo es el primer enemigo del gobierno. ¿Qué poderosas razones pueden separar a dos partidos cuyas ópticas económicas son como dos gotas de agua? Ninguna, ¿o acaso hay una? De allí que resulte incomprensible el tremendo error del presidente y sus asesores. El éxito del gobierno pepekausa radica en una convergencia con el fujimorismo y no en una guerra religiosa durante el próximo quinquenio, cuyos costos y consecuencias no se pueden predecir.
No obstante, el gobierno se sigue disparando a los pies. La última entrevista al presidente Kuczynski debió demostrar el porte del estadista frente al caos, sin embargo fue todo lo contrario. La entrevista sembró más dudas sobre el liderazgo, la conducción del gobierno y el Estado de PPK. Cuando el presidente Kuczynski confesó que su bancada “no lo escucha” fue como un general descubriendo sus debilidades ante el enemigo a pocas horas del combate.
La confesión presidencial forma parte de ese grupo de declaraciones desatinadas pepekausas que a esta hora deben haber pasado a la historia política por su inocencia. ¿Cómo el presidente Kuczynski puede cometer tamaño dislate? Es injustificable para cualquiera que dice ser político una actitud tan dañina consigo mismo como aquella. ¿Acaso será que aquellas premoniciones de que estamos ante un gobierno débil y que no concluiría su mandato se vuelven ciertas?
Luego de todo este embrollo entre Ejecutivo y Legislativo habría que poner las barbas en remojo y paños fríos. El antifujimorismo (como otrora el antiaprismo) no solo significa el veto contra un legítimo grupo político, sino además está arropado de cierto tufo clasista y hasta racista. Ese sector que empuja a la guerra santa entre el fujimorismo y el pepekausismo también impulsa un estereotipo —sobre todo en las redes sociales— de presentar como ignorante y bestia al militante fujimorista. ¡Tamaña tontería!
Iván Arenas
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