Reforma electoral: la deuda del Congreso

Los cuatro puntos principales de esta reforma.

En los últimos días se ha vuelto a poner en debate la reforma electoral, a raíz de un impase entre los congresistas fujimoristas Patricia Donayre y Miguel Torres. Al margen de la anécdota, este Congreso tiene como responsabilidad aprobar una reforma electoral coherente, que sistematice la dispersión normativa y que democratice a los partidos políticos. Esta reforma debe ser el legado de este Congreso y, por ende, el fujimorismo tiene una especial responsabilidad frente al país, al tener la mayoría absoluta en este poder del Estado. Propuestas de reforma hay muchas, pero desde esta columna recojo las que expuse en el ensayo “Las cuatro reformas impostergables del sistema electoral”, publicado en el libro Reforma & Derecho Electoral, el año 2016.

Como premisa fundamental, considero que en el Perú nuestra democracia es débil y está en proceso de maduración. Este diagnóstico se debe a factores tales como la debilidad de los partidos políticos, la crisis de representación, la falta de institucionalidad, la dispersión de normas electorales en varios cuerpos normativos, entre otros. Cabe señalar, que dicho diagnóstico de la realidad peruana no es solo teórico, sino que también tiene consecuencias prácticas, ya que una democracia débil trae problemas tanto durante la campaña electoral (pre elecciones) como al momento de gobernar (después de las elecciones). Durante la campaña, una democracia débil se puede traducir en desorden y violencia. Mientras que durante el ejercicio del poder, cuando se gobierna, puede causar que el país esté en una situación de ingobernabilidad. Sea cual sea el caso, ambos son escenarios indeseables.

A manera de ejemplo, los puntos débiles de la democracia peruana se reflejaron en la primera vuelta de las elecciones generales de 2016. Ese proceso electoral fue atípico debido a los dos factores mencionados anteriormente: fue muy desordenado y tuvo episodios de violencia. En primer lugar, fue desordenado porque durante buena parte de la campaña se discutió si algunos candidatos presidenciales, incluyendo a los que contaban con una mayor intención de voto según las encuestas, debían o no ser excluidos del proceso electoral. En segundo lugar, hubo lamentables actos de violencia en contra de algunos candidatos presidenciales.

En consecuencia, considero que un proceso de reforma electoral tiene que tener como consenso básico la aprobación de los cuatro puntos siguientes: (i) modificar el artículo 42 de la Ley N° 28094 (2003) – Ley de Partidos Políticos, mediante la Ley N° 30414 (2016), que permite la exclusión de candidatos por la entrega o promesa de entrega de dádivas ya sea esta directa o indirecta; (ii) todos los partidos políticos deben hacer elecciones primarias, el mismo día y con apoyo de la RENIEC para la elaboración de los padrones, supervisadas por la ONPE y el JNE; (iii) evitar que los candidatos puedan retirarse hasta un día antes de las elecciones; y (iv) todas las reformas electorales se tienen que dar dentro del marco de un Código Electoral y Código Procesal Electoral que sistematice las normas.

Aprobando estas reformas se fortalecerá nuestro sistema electoral, se generará gobernabilidad y, sobretodo, se evitará el desmadre de la primera vuelta de las elecciones generales de 2016. Una República a puertas del bicentenario no puede volver a tener un desorden como aquel.

Franco Germaná Inga

@FrancoGermana