Razones y temores de Vargas Llosa, el gran elector

Nuestro insigne premio Nobel Mario Vargas Llosa se ha pronunciado en un artículo reciente por la candidata Keiko Fujimori como la persona que debiera ser elegida para ejercer el cargo de Presidente de la República. Su preferencia tiene el peso de un intelectual que conoce la historia peruana y tiene la experiencia de haber sido postulante a la primera magistratura compitiendo precisamente con el padre de Keiko (“Asomándose al abismo”. Diario El País, 18 de abril de 2021). 

No es la primera vez que Vargas Llosa oficia de padrino político. Antes, según Luis García Miró Elguera, ya había impartido otras bendiciones: cuando apoyara a Alejandro Toledo, demandara votar por Ollanta Humala, propusiera como candidata presidencial a Nadine Heredia, diera su beneplácito a Pedro Pablo Kuczynski y a Martín Vizcarra, heredero de este último, todos favorecidos con su pulgar en alto. (“Ayer caímos en desgracia”. Expreso, 12 de abril de 2021) Este listado viene a incorporar a su reconocido talento literario, la cualidad de ser un buen adivino, una especie de chamán político que vaticina el triunfo de otros, más no el suyo.

Las razones de Vargas Llosa son contundentes: señala estar convencido de que “si Castillo llega a tomar el poder en la segunda vuelta electoral, dentro de un par de meses, no volverá a haber elecciones limpias en el Perú, donde, en el futuro, aquellas serán una parodia, como las que organiza de tanto en tanto Nicolás Maduro en Venezuela para justificar su régimen impopular”(*).

No caben dudas, lo importante para el autor de La llamada de la tribu es elegir a alguien que lidere un programa de reforma social que construya una democracia en la que la libertad sea el valor supremo que debe manifestarse en todos los espacios: económico, social, político, cultural.

Quien formó parte del grupo Cahuide en 1953, y recibió allí sus primeras lecciones de marxismo, ¿tendrá que tragarse más de algún batracio o usar mascarilla para no aspirar el hedor a comunismo que nuevamente empieza a descender de la sierra al mar? A veces el precio a pagar es muy alto, pero ¡Por la democracia!, todo. 

Mientras, confiemos, apostemos y hagamos fuerza para que su ‘buen ojo’ se mantenga incólume y no sufra de cataratas. ¡Arriba Mario!, te acompañamos con convicción y entusiasmo.

El cielo es de los arrepentidos y conversos 

Nadie conoce mejor los recovecos oscuros del comunismo que los arrepentidos de haber compartido sus embrujadores y falsos postulados. Uno de ellos fue Eudocio Ravines, periodista, escritor y político nacido en Cajamarca el 9 de mayo de 1897, cuyo libro “La gran estafa” debiera ser material de consulta de las generaciones actuales. Ravines quien ocupó cargos importantes dentro del aparato comunista a nivel internacional, fue expulsado y desterrado del Perú  varias veces. 

En la referida obra Ravines escribió: “Denuncio una estafa no al espíritu liberal, sino al pensamiento, a la ideología, a la realización socialista”; una estafa que es la “consecuencia inexorable de sistemas y de métodos, de dogmas inhumanos que no pueden ser abandonados”, que los dirigentes no pueden modificar ni suavizar, ya que ello implicaría su caída. “Para no caer están obligados a marchar sobre cadáveres, a golpear sin piedad sobre todo lo que se les resista”. “Que ellos me llamen como quieran: conozco los vocablos”. (Prólogo a la primera edición en español, México 1952). Naturalmente, el primero de estos era el de: ‘traidor’. 

El caso de Vargas Llosa es distinto, su actual domicilio político de liberal convencido lo lleva a coincidir en el plano valórico con posturas marxistas anti-conservadoras, aunque no sea su propósito ni intención. Su liberalismo ha quedado de manifiesto cuando en temas morales como el aborto, el matrimonio homosexual, se pronuncia por lo que llama reformas legítimas y necesarias. Partidario de la eutanasia, ha escrito sobre el derecho a morir, colocándolo a la altura del derecho a vivir. Aquí es donde evade la coincidencia de su pensamiento valórico liberal con el del marxismo. Lo peculiar es que Castillo es tanto o más conservador que Keiko. Hasta se ha dicho, por ahí, que lo ven “como un neoconservador rural”. 

A propósito de esta visión medianamente acertada, pero incompleta, es interesante conocer la opinión de Daniel Jadue –candidato presidencial del partido comunista chileno– quien se encuentra bien posicionado en el punto de partida para la elección que tendrá lugar el 21 de noviembre. Jadue ha escrito: “me siento cercano a Pedro Castillo en algunas cosas, no en lo valórico”. “El candidato que algunos tildan de ultraizquierda, en lo valórico es tremendamente conservador”. “Imagínate que alguien que se diga de izquierda no apoye el matrimonio igualitario, no sea partidario de la adopción por parte de parejas homosexuales”. “Creo que la primera opción la tiene Fujimori, pero no sé que es más grande, el ’antifujimorismo’ o el anti izquierdismo” (El Mercurio, 18 de abril de 2021).    

Es cierto, el dilema peruano tiene hoy una mayor dimensión, una que no se concentra solo en torno al conflicto entre valores morales. La gran cuestión que deberá ser resuelta es: totalitarismo o democracia. En este sentido, no hay que perderse. Solo queda seguir el consejo de Vargas Llosa, sin desechar el testimonio dramático de Eugenio Ravines, ex sumo sacerdote de la religión comunista.

(*) “En el caso que Castillo ganara la segunda vuelta, sería una verdadera catástrofe”, (declaraciones recientes a medios de comunicación, 24 de abril de 2021).