Tino Santander
¿Quién manda en el Perú?
Pregunta necesaria para entender el problema de la informalidad
El pasado jueves se realizó el II Congreso Internacional de Infraestructura y Desarrollo 2016, organizado por AFIN (Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional). Este evento convocó a la clase empresarial en un ambiente de desbordante optimismo, por la confianza de tener un gobierno favorable a la inversión. Los empresarios están felices, incluso critican acremente al gobierno nacionalista que según ellos fue una época oscura en la historia peruana.
Es cierto que todas las exposiciones destacaron la importancia de la infraestructura para el crecimiento económico. Sin embargo, el testimonio de Fernando Cillóniz gobernador regional de Ica fue dramático. Cillóniz, describió la lentitud, la indolencia y corrupción del Estado peruano. Contó la tragedia de Ica, que clama por agua y ve cómo la burocracia —que él llama “costra corrupta de quinta”— retrasa todos los proyectos de inversión. Pero dijo algo más grave: “Los de arriba no saben qué pasa abajo, y los de abajo no tienen idea de qué sucede arriba”. Más claro, ni el agua.
Por otra parte, la intervención de Hernando De Soto fue un balde de agua fría al vehemente apoyo empresarial al gobierno. Es verdad —dice De Soto— que estamos en luna de miel, pero esta se acaba rápido cuando solo hay buenas intenciones y no se comprende who is who (¿quién manda en el Perú?). Insistió señalando que el Perú tiene varios soberanos y existen diferentes formas de relacionarse con el Estado; por ejemplo, tenemos el poder formal (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), pero también ejercen un poder real los gobernadores, los alcaldes, los 6,000 presidentes comunales, los frentes de defensa y las diversas organizaciones al margen de la ley que controlan parte del territorio nacional. Además de los grupos de poder económico, la iglesia, los medios de comunicación, etc. De manera que entender quién es el soberano o soberanos nos ayudará a comprender la informalidad peruana. Asimismo, dijo que: “es urgente una reforma de la propiedad que nos permita jugar en las grandes ligas del capital”.
Por otro lado, el ministro Vizcarra señaló que una de las metas del gobierno es “disminuir la brecha de infraestructura en 50%”. Para, lograrlo aspiran a asfaltar el 100% de la red vial nacional, además de construir la autopista de Tumbes a Tacna. También trenes de cercanías, puertos, hidrovías en los ríos amazónicos y acabar con la brecha digital. Del mismo modo, el ministro Thorne, optimista con la delegación de facultades, dijo que a pesar de que el escenario internacional no es favorable para el Perú, debemos impulsar el crecimiento a través de la inversión pública y privada en infraestructura. Más aún, señaló que la inversión pública no está alineada con la disminución de la pobreza y la asignación presupuestal es deficiente. Es decir, no tenemos inversión de calidad, y las inversiones que tenemos son desordenadas y lentas. Por eso, la reforma consiste en agilizar y reformar todo el sistema de inversión pública.
Por último, el domingo en una asamblea con los dirigentes sociales de Villa María conté las propuestas gubernamentales y dije que pronto saldrían los proyectos de agua potable y desagüe detenidos por el gobierno nacionalista. Sin embargo, esos escépticos y curtidos dirigentes me dijeron: “Compañero en esta lucha tenemos más de treinta años y hemos escuchado el mismo discurso a todos los políticos; por eso, hemos aprendido a escuchar con los ojos y a no dejar de luchar”. En el Perú ya no valen promesas, menos argumentos técnicos o jurídicos para no empezar la revolución social anunciada.
Tino Santander Joo
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